CatAlastor está pasando por un momento complicado con la llegada de su primer celo, pero al presenciar a un gato siendo intimidado, su perspectiva cambia al ver cómo ese "gatita" se protege así mismo y a su nido, de otro gato macho.
Esto lo lleva a...
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Les dejo una pequeña ADVERTENCIA.
Ya que hay gente que le incómoda esto. Así que, ahorremos eso y los que no quieran leer esto, saltense el cap. 🐱
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Ambos estaban a unos pocos metros de distancia.
El olor a sangre hizo que las tripas de CatAlastor gruñeran ferozmente. Tenía mucha hambre, pero no se alejaría ni un minuto de CatLucifer.
Este último tenía algunas manchas de sangre que no eran suyas alrededor de su hocico. Dichas manchas lo hacían parecer aún más adorable de lo que ya era, junto con esos chapetes de un rojo intenso y natural en sus mejillas.
Se lamía sus patas delanteras con gracia y elegancia, saboreando el sabor de su presa, que había sido grande y rica, sin duda.
Alastor movía su cola de un lado a otro, observando a Lucifer con una mirada de asco total mientras lo hacía. Se veía realmente majestuoso y eso lo irritaba. Sentía repulsión por haberlo seguido hasta allí y por observarlo como un acosador.
Sin embargo, estaba fascinado con los movimientos tan comunes de su... compañero. Se encontraba hipnotizado, pero aún conservaba el rechazo que sentía hacia el otro macho, solo por serlo.
¿Cómo reaccionaría si este hiciera otra cosa? Era su instinto el que pensaba eso, no él. Sin lugar a dudas, así era.
Ahora tenía otro tipo de hambre.
Gruñó con enfado mientras se acomodaba mejor en el suelo, acostado con las patas debajo de su cuerpo. Aunque quisiera, no podía marcharse.
Lucifer afilaba sus garras en un árbol cualquiera. Estaba satisfecho después de haber comido. Sin embargo, ambos seguían sin hablarse. El de menor tamaño ya estaba cansado. Suspiró con pesadez mientras terminaba de clavar las uñas en la madera, luego exclamó, cansado y sin mucha importancia:
—¿Hasta cuándo dejarás de seguirme? —preguntó con flojera y cansancio—. Esto fue divertido al principio, ahora apesta. Así que, largo de mi vista —le dio una sonrisa forzada al gato más grande. Este solo miró hacia otro lado, entrando en pánico tan pronto como sus miradas se encontraron.
