CAPÍTULO VI

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Después de ese beso increíble que me dejó sin aliento, los días siguientes fueron una mezcla de nervios y emoción, pero sobre todo extrañeza. Hugo y yo estábamos en un territorio nuevo, y cada mirada y toque parecía tener un significado más profundo, aunque últimamente estábamos manteniendo distancia. Mis padres estaban por llegar, y la idea de tener que fingir que Hugo era mi novio me ponía los pelos de punta, aunque él ya casi ni pasaba por casa y por las noches desaparecía. Sabía que mi madre haría preguntas incómodas y que mi padre no dejaría de observarnos con desconfianza.

― Hugo, tenemos que hablar... ― dije un día, Hugo estaba en el frigorífico con una botella de whisky tomando.  ― ¿Qué haces tomando? ― dije confundida.

― No es asunto tuyo... ― dijo medio borracho. ― Es más... mejor ve a dormir. ― le cogí la botella de la mano y vi como protestó. ―  ¿Qué carajos haces? 

Su actitud me enfureció. Le arrebaté la botella y lo miré a los ojos, que ahora estaban nublados por el alcohol.

—¿Qué te pasa, Hugo? —insistí—. Tu comportamiento ha cambiado por completo.

Hugo se dejó caer en una silla, derrotado.

—Está bien, tienes razón —murmuró—. No te puedo seguir mintiendo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Qué secretos guardaba Hugo? ¿Por qué me había estado mintiendo?

—No soy quien crees que soy, Ángela —dijo con voz temblorosa—. He estado viviendo una mentira durante mucho tiempo.

Mis palabras se ahogaron en mi garganta. El mundo a mi alrededor parecía desmoronarse. ¿Quién era el hombre que creía conocer?

—¿Qué quieres decir? —pregunté con un hilo de voz, sintiendo que el pánico se apoderaba de mí.

Hugo evitó mi mirada.

—No puedo contarte todo ahora —dijo—. Pero necesito que sepas que no soy quien aparento ser.

—¿Cuándo me lo vas a contar todo? —pregunté, luchando por contener las lágrimas. — ¿Me llevas evitando toda esta semana como una puta mierda y ahora me vienes con esto?

Hugo no respondió. Solo me miró con una expresión de dolor que me rompió el corazón.

En ese momento, la puerta principal se abrió y mis padres entraron en la casa, sonrientes y cargados de maletas.

—¡Ángela, cariño! — exclamó mi madre, corrió hacia mí y me abrazó con fuerza —. ¡Cuánto te hemos echado de menos!

Me separé de ella, sintiendo una oleada de náuseas. No podía fingir como si todo estuviera bien cuando mi mundo se estaba desmoronando así que me aleje un poco.

—Mamá, papá —dije con voz temblorosa— ya llegaron... — susurré y Hugo escondió la botella de whisky y suspiró.

— Bienvenidos... — suspiró él extendiendo la mano y acercándose luego a mi abrazándome por detrás y dejando un pequeño beso en mi hombro cosa que me hizo estremecer.

Miré a mis padres, que observaban la escena con una sonrisa radiante. Su felicidad contrastaba con la tormenta que se desataba en mi corazón. ¿Cómo podía fingir que todo estaba bien cuando la verdad sobre Hugo amenazaba con destruirlo todo?

Mis padres se acercaron a Hugo, estrechándole la mano con afecto.

—¡Es un placer conocerte, Hugo! —exclamó mi padre con una sonrisa—. Hemos oído hablar mucho de ti a Ángela.

Hugo esbozó una sonrisa forzada.

—El placer es mío —respondió con voz temblorosa—. He estado deseando conocerlos.

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⏰ Última actualización: Jun 16 ⏰

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