Think I need someone older Just a little bit colder Takes the weight off your shoulders Think I need someone older
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Ari POV
—¡Ay, Osvaldo! Güey ya te dije que mejor en mi casa— Lloriqueo a mi amigo.
—Y yo ya te dije que no me dan permiso, pinche Ari.— Responde en tono de fastidio. —¿A qué tanto le temes?— Cuestiona, arqueando sus cejas con confusión.
—¡A nada!— Grito en defensa de inmediato, sintiendo mis mejillas colorarse. Mi amigo suelta un resoplido en respuesta, tomando mi mochila y colgándola vagamente en su hombro. —¿Es neta?— Murmuro enojada, dándole un golpe.
—Ya camina, mamón.— Se queja, tomándome del brazo para caminar más rápido.
—¿Traes carro?— Inquiero confundida al ver que me lleva hacia el estacionamiento.
—No.— Niega, haciéndome mirarlo con el ceño fruncido. —Mi hermana vino por nosotros.— Añade y siento que mis rodillas tiemblan.
—¿Qué hermana?— Interrogo atónita, mientras mis rodillas tiemblan.
—Rivers, la única hermana que tengo, babosa.— Dice de manera obvia, arrastrándome hasta un automóvil negro.
No puede ser.
—Por fin.— Escucho su voz ronca, y ahora de verdad siento que caeré al suelo. —¿Y Juan?— Cuestiona mientras toma mi mochila del hombro de Osvaldo.
—Ay no sé, marcale o déjalo de una vez.— Susurra lo último.
Mi mirada está fija en el suelo, que nunca me había parecido tan interesante como ahora. Gris y con pequeñas quebraduras, casi todas perdiéndose bajo mis tenis blancos. Oh, miren, también hay una pequeña hormiga negra.
—¿Ari, verdad?— Aquella voz ronca me saca de mis pensamiento, y asiento frenéticamente. —¿Por qué no me miras?— Siento su cuerpo acercarse a mi, hasta quedar a casi centímetros. Osvaldo está dentro del carro, pude escucharlo abrir la puerta.
—Hmmm... y-yo— Intento buscar alguna excusa razonable, pero ninguna se me ocurre.
—Vamos, Ari. Tú sabes el porque, y quiero que me lo digas.— Exige alzando mi mentón entre sus dedos. Sus ojos avellanas me miran con profundidad, casi con rabia. Juan jamás me ha agradado, pero ahora en verdad estoy rezando para que llegue.
—N-no sé de que hablas.— Miento, queriendo saltar de emoción cuando miro que Juan se acerca a nosotras.
—¡Abi!— Chilla con felicidad lanzándose a abrazarme, alzándome un poco. En cuanti me deja s9bre el suelo sonrío falsamente, resistiendo las ganas de golpearlo. Me asquea escucharlo hablar.
