La vida de un profesor y estudiante no es para nada sencilla.
El romanticismo entre estas dos vidas distintas podría llegar a sorprenderte.
Dos vidas, Dos relaciones, Dos enseñanzas diferentes.
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La tarde se aproximaba y Sparta aún seguía hablando seriamente con su profesor Duxo.
Sparta prometió que acudiría a él en cada intento de lastimarse o en su gran amigo Musi, el único al que podía confiarle un secreto como ese.
—Si quieres puedes dejar de darle tutoría a Ari, creo que no te hace bien y ya es momento de darle otra advertencia a ese niño.—
—¡No! Así esta bien profesor. Yo quiero ayudarlo también, se que algo anda mal y.. no es por ser chismoso, pero e notado que evita estar en casa.—
Duxo intento entenderlo, pero seguía sintiendo que era una pésima idea.
—Por favor, prometo que seré menos impulsivo.— Rogó.
—El que debería dejar de ser impulsivo es tu compañero, no tú.— Suspiro con pesadez.—Pero... les daré una última oportunidad, si es que me lo pides así.—
Sparta abrazo a Duxo en agradecimiento.
—¡Le prometo que no se va a arrepentir!— Dijo para salir corriendo fuera del salón.
—Estos adolescentes.—
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Aquino lavaba sus manos llenas de pintura seca. Había olvidado por completo asearse después de terminar de pintar la pared junto a sus alumnos y Duxo.
Tal vez la tranquilidad del momento le hizo olvidar ese detalle, daba igual, no le daría importancia.
—¡Oh! Pensé que ya no quedaba nadie.— Escucho desde la puerta del baño.
Aquino miro al profesor de formación, Estailus, entrar.
—Ya me iba, hasta mañana.— Dijo después de secarse las manos con su bata.
—¡Espere! No lo estoy corriendo, lamento si pensó así.— Intento ser amable.
—No pensé en nada realmente...— Se susurro.
Con su espacio personal siendo totalmente invadido por Estailus, fueron al mismo paso.
—Sabe, e escuchado muchísimo sobre usted.— Puso su brazo sobre su hombro y caminaron por todo el pasillo cerca de la salida de la escuela.—¿De dónde viene? Se que no es de aquí, por algo es de intercambio.—
