Capítulo 11: Un Día en Candyland

453 25 20
                                    

El sol resplandecía sobre Stark Park, haciendo que Candyland, con sus grandes puertas y estanterías de caramelos de colores, brillara como el centro del parque. Dentro, Mandy, recién cumplidos los 19 años, atendía a los clientes desde su trono, mientras Chester, Berry, Buzzete, Nita y Darryl se ocupaban en sus propias tareas.

-"¡Bienvenidos a Candyland! ¿En qué puedo ayudarles hoy?"- saludó Mandy, con una sonrisa apenas esbozada.

-"¡Bienvenidos! ¿Qué tal un caramelo explosivo o un chicle sorpresa?"- Chester saltó detrás del mostrador, entusiasta.

Los niños reían y se maravillaban con las bromas de Chester, mientras Mandy observaba, frunciendo ligeramente el ceño. La relación entre ellos parecía haberse convertido en una mezcla de cariño y frustración; aunque Mandy se divertía en ocasiones, las bromas constantes de Chester a menudo lograban sacarla de quicio.

A unos metros, Berry, ahora en su traje de unicornio morado, suspiraba mientras acomodaba los estantes y atendía a unos niños que jalaban su cola

-"¡Ay, no tiren tan fuerte!"- decía, aguantando la compostura mientras retiraba un caramelo del suelo.-" Este trabajo es más agotador que ser guardia real"- murmuró, con una mirada de resignación mientras limpiaba un derrame de azúcar que otro niño había dejado en el suelo.

Mandy suspiró, lanzando una mirada de advertencia a Chester mientras él seguía con sus bromas.

-"Chester, por favor, intenta ser un poco más serio"- repitió, intentando sonar firme.

-"Oh, vamos, Mandy"- contestó Chester, guiñando un ojo, -"sabes que los clientes vienen por los dulces, pero se quedan por el espectáculo."-

Buzzete, que organizaba los estantes cercanos, asintió mientras apilaba unas cajas de caramelos.

-"Chester tiene razón, Mandy"- dijo Buzzete, divertida. -"Aunque, claro, entiendo que tanta energía puede llegar a agotarte."-

Mandy negó con la cabeza, aunque una pequeña sonrisa traicionó su fachada de seriedad. Siguió atendiendo a los clientes mientras, en una esquina de la tienda, Nita ayudaba a un niño a decidir entre dos caramelos.

-"Estos son mis favoritos, tienen un relleno de chocolate delicioso"- decía Nita, sonriendo al pequeño que la miraba con ojos brillantes.

Mientras tanto, Berry se encontraba a pocos pasos de la entrada, acomodando más dulces en una estantería que los niños habían dejado un poco revuelta. Vestido con su traje de unicornio morado, lanzaba miradas de cansancio a Chester, que, en su opinión, no dejaba de hacer ruido.

-"¿No puedes bajar el volumen, Chester?"- dijo Berry, suspirando al ver cómo Chester hacía malabares con unos caramelos gigantes para entretener a un grupo de niños.

Chester lanzó una sonrisa despreocupada hacia Berry.

-"Oh, Berry, eres el unicornio morado de Candyland; tú eres la estrella de todo esto. ¡Vamos, sonríe un poco!"-

Berry puso los ojos en blanco mientras quitaba un chicle pegado en una silla.

-"¿Estrella?"- murmuró Berry con resignación mientras arrancaba un chicle pegado en una silla. -"Limpiar esto es muy agotador."-

Chester le palmeó el hombro y luego volvió con los clientes. Aunque su sonrisa permanecía, sentía una punzada de tristeza cada vez que Mandy lo miraba con esa expresión entre molesta y divertida, sin ver más allá de sus bromas.

Chester levantó su caja mágica en alto, atrayendo todas las miradas.

-"¡Atención todos! ¡El gran truco del bufón Chester está por comenzar!"- anunció, logrando que los niños y sus padres se acercaran emocionados.

Triste Pero Dulce AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora