Capitulo 22

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Entró al comedor, tomó una bandeja vacía y se colocó en la fila. Su mirada se deslizó por todo el lugar hasta hallar aquellos ojos que respondieron de inmediato y parecían querer devorarla. Inició a jugar con un mechón azul, rememorando el reciente y extremadamente ardiente encuentro en el almacén. Las manos de Chankimha recorriendo su espalda, su boca jugueteando con sus senos... Dios; ¿qué rayos le estaba sucediendo? No dejaba de pensar en ella, no dejaba de desearla... las ganas de hacerla suya una y otra vez se volvían incontrolables, y ya sentía aquel calor entre sus piernas, mojando sus bragas... y no veía la hora que llegara la noche para poseerla.

La vio morderse los labios en lejanía y sus piernas flaquearon. Su respiración se volvió lenta. Aquella mujer era como una maldita droga, de esas bien fuertes, de esas que cuando la pruebas un par de veces no puedes prescindir de ella... Esa mujer era su droga y ella se estaba volviendo adicta... a sus besos, a sus caricias... a como la elevaba al cielo cuando le hacía el amor...

―Ey, reina ―una mano la aferró, devolviéndola a la cruel realidad―. La fila es para estas perras ―una de las secuaces de la Novia rio mientras la jaloneaba, haciéndole saltar la fila y nadie osó protestar.

Mientras llenaban su bandeja con dobles porciones, sus ojos, con disimulo, volvieron a buscar los de su amante, y sonrió al recordar la cara que puso Chankimha cuando le dijo esa misma mañana que "estaban juntas". No la halló por todo el lugar, se había marchado. Llevó nuevamente la vista al frente, su corazón golpeó fuerte en su pecho y su sonrisa se apagó de inmediato, como de inmediato se apaga la llama de una vela al soplar sobre esta. La verdad era que la realidad era malditamente aterradora... y aunque en esos momentos no quería pensar en ello, no quería pensar en las consecuencias que sus últimas acciones podrían traer, muy en el fondo era consciente de que tarde o temprano esa realidad la estrellaría contra un muro y las consecuencias le golpearían fuerte a la cara... y no solo a ella, sino también a esa mujer que le estaba haciendo descubrir cosas que ni imaginaba existían y que le hacía olvidar todo cuando estaban juntas...

―Siéntate, bonita ―la Novia la recibió en su mesa con una amplia sonrisa―. ¡Y ustedes lárguense a otra mesa! ―ordenó a las chicas que la seguían siempre a todas partes. Sonrió, llevando la vista de nuevo hacia la recién llegada―. La reinita y yo tenemos que hablar.

―Tú dirás ―Rebecca observó como aquellas locas despejaban la mesa en cuestiones de segundos.

―No te vi en la cancha esta mañana, el partido no es igual de interesante sin ti ―la miró a los ojos.

―No sabía que te interesabas de deporte ―Rebecca dio un mordisco a su minúscula bolita de pan―. Las labores en la cocina tardaron más del necesario, me duelen las manos de pelar tantas papas...

Si le dolían las manos no era por pelar papas...

―¿Como dormiste esta noche? ―Heidy lanzó la pregunta sin dejar de verla a los ojos, sacándola de su repentino ensimismamiento.

―Como un angelito ―sonrió―. Ya te dije; Chankimha no ronca, ni siquiera con la nariz partida ―se mofó, haciendo reír a la otra.

―Ya veré como solucionar eso... no quiero que tengas que dormir con un ojo abierto, te necesito reposada y tranquila. Mi campeona merece lo mejor ―le tomó una mano por encima de la mesa―. Ya he hablado con Castillo para que te cambie de celda, mas en estos momentos le es imposible hacer algún cambio... Cuestiones burocráticas supongo...

¿Culpable? de Amarte (Freenbecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora