𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 10

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Maddy hablaba muy alterada con los niños mientras sostenía el hielo contra la cara de Steve con una mano. De repente, sintió un apretón en su mano derecha, que descansaba sobre el abdomen de Steve. Al mirar, vio que la mano de Steve se aferraba a la suya.

—¿A dónde...? —Steve intentaba hablar, pero le costaba. Miró a su alrededor hasta que sus ojos se encontraron con los de Maddy. —¿Maddy?

—Ya lo perdimos —dijo Dustin, observándolo.

—Sí, soy yo, tranquilo... —Maddy apretó su mano, mirándolo con ternura.

—¿Estás llorando, hermosa? —dijo Steve, aún medio inconsciente, al notar los ojos llorosos de ella.

—No, no estoy llorando —dijo ella, al borde del colapso. Estaba irritada, preocupada y adolorida. Aunque Billy no la había dejado tan mal como a Steve, sí la golpeó bastante. Ella había notado algunos moretones en su rostro, pero no pudo ver cómo tenía la espalda, ya que Billy la había arrojado contra un mueble de cristal.

—Debes seguir derecho unos 800 metros —dijo Lucas desde el asiento del copiloto, guiando a Max.

—¿Qué sucede? —preguntó Steve, confundido y con un fuerte dolor de cabeza. —¿Por qué no maneja Maddy? —empezó a entrar en pánico.

—Steve, relájate, ya ha manejado antes.

—Eso cuenta.

—¡Dios, por favor!

—Te prometo que todo estará bien —dijo Maddy, acariciando la mejilla de Steve.

Pero Max aceleró, y Maddy tuvo que poner su otra mano en el asiento de enfrente para sostenerse y sostener a Steve.

—Detengan el auto, ¡desacelera!

—¡Te dije que se espantaría!

—¡Cállense todos ya! —gritó Maddy, muy alterada.

—Oye, esta es Mount Sinai, ¡a la izquierda! —dijo Lucas

—¿Qué?—¡Max, gira a la izquierda!

Maddy seguía sin soltar la mano de Steve, su corazón latía a mil, estaba por explotar. Max giró de forma brusca, haciendo que el auto se saliera de control y todos gritaran, para luego frenar de golpe.

—Max... en mi presencia... jamás volverás a conducir —dijo Maddy, muy agitada.

—Maddy... —dijo Steve en un tono dulce y asustado.

—Ya casi llegamos... ya casi —ella acarició la mejilla de Steve

(...)

—Increíble.

—Te lo dije, zumbadora.

—Yo conduzco de regreso, vamos —dijo Maddy.

Todos salieron del auto mientras ella abría el maletero para sacar todas las cosas necesarias.

Se pusieron pañuelos en la cara ya que todo ahí abajo era tóxico.

—Chicos, Maddy... ay —Steve se levantó recargándose en el auto—. ¡Chicos! ¡Oigan!Pero nadie le hacía caso, todos se preparaban para bajar.—¿A dónde creen que van? ¿Están sordos? ¡Hola! ¡No vamos a bajar por ahí, me escucharon? ¡Esto termina ahora mismo!

—Steve —dijo Maddy—, entiendo tu punto, tu miedo y tu preocupación. Si no quieres ir, no vayas. Yo los cuidaré, espéranos aquí —dijo ella y empezó a caminar hacia el agujero, pero Steve se adelantó.

—¿Y quién te cuidará a ti? —dijo en voz baja, pero lo suficientemente alto para que ella lo oyera.

Primero bajó Steve, quien ayudó a Maddy a bajar, y luego los dos ayudaron a los demás.

𝑊𝑖𝑐𝑘𝑒𝑑 𝐺𝑎𝑚𝑒 (𝑆𝑡𝑒𝑣𝑒 𝐻𝑎𝑟𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora