𝑐𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 7

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steve's pov

Habían pasado horas, ¿cuántas? No lo sé con exactitud. Lo único que sabía era que parecía mucho más tiempo que antes.

Estaba mareado, atrapado en un trance del que aún no podía salir. De lejos, oía los gritos de Robin pidiendo ayuda y los de alguien más, pero no estaba en condiciones de distinguir de quién.

—Ya deja de gritar, por favor —dije como pude.

—Lo siento, ¿cómo estás?

—En la mierda, todo me da vueltas.

—Lo sé, lo sé, solo deja la cabeza hacia arriba, como te dijo Maddy.

—Maddy... -dije casi en un susurro

—Sí, Maddy.

—¿Dónde está? ¿Dónde está Maddy? —empecé a salir del trance poco a poco.

—No lo sé, Steve, se la llevaron hace horas, y se escuchan gritos —dijo ella, nerviosa.

—Dijo que era ella... no puede ser.

—Mintió para que no nos lastimaran. Les quise decir que ella solo mentía, pero no me creyeron.

—Dios.

La puerta se abrió de repente y el viejo volvió a entrar.

—¿Dónde está Maddison? —preguntó Robin.

—¿Ah, te refieres a la agente militar?

—Ella te mintió, idiota —ella empezó a reírse como loca.

—Se la creyeron —yo también empecé a reír.

—¡Bobos! ¡Se equivocaron!

—¡Qué idiotas! —reía, aun con la cabeza baja.

—Parece que no les dijo, parece que tu novia te engañó —me dijo el viejo y me quedé mirándolo.

—¿De qué hablas?

—Tu novia es una agente militar, pero si no me crees a mí, la traigo y que te lo diga ella —dio la orden y la fueron a buscar.

La arrastraron hasta aquí otra vez, con una navaja clavada en la pierna derecha. La dejaron frente a mí y ambos nos miramos.

—Diles la verdad —le ordenó el viejo.

Ella me miraba con los ojos llenos de lágrimas, a punto de quebrarse.

Creí que solo era una mentira, una mentira absurda para escapar, pero al ver sus ojos comprendí que no.

No era mentira.

Era verdad.

Ella dejó escapar sus lágrimas, mirándome. nunca habia visto unos ojos que reflejen tanto dolor como los de ella en ese momento, como si mi mirada le doliera mas que todos los golpes y la navaja que recibio juntos.

—Lo siento —dijo ella con un hilo de voz.

—¿Qué? —dijo Robin, impactada.

—No sabes cuánto lo siento, mi amor —dijo ella casi inaudible, dejando salir las lágrimas.

No podía reaccionar, no podía hablar.

Todo este tiempo me había mentido, en esto y en quién sabe qué más. Estaba aún más aturdido que antes.

—Todo este tiempo supiste todo... —agregó Robin.

—Bueno, creo que es suficiente. Llévensela —ordenó el viejo.

—¡No! ¡Déjalos ir, lo prometiste! ¡Steve! ¡Robin! —Maddy forcejeaba y gritaba mientras se la llevaban—. ¡Déjalos ir! ¡STEVE! —la puerta se cerró.

Pero sus gritos aún se podían oír, se oyeron un rato, hasta que de la nada se detuvieron. Eso me asustó, pero debido al suero no podía reaccionar, así que solo me reía de las tonterías que decía Robin. Ella seguía intentando mantenerme consciente, hablando de cualquier cosa que se le ocurría.

—Steve, ¿recuerdas cuando... —decía Robin, pero su voz se perdía en el eco de mi mente nublada.

La risa que escapaba de mis labios era una mezcla extraña de desesperación y resignación. Sentía que flotaba en un mar de confusión, incapaz de distinguir la realidad de las alucinaciones que el suero me provocaba. Cada sonido, cada palabra, llegaba distorsionada, como si proviniera de un sueño del que no podía despertar.

—Robin... —murmuré, tratando de aferrarme a algo, a cualquier cosa que pudiera anclarme a la realidad.

Ella siguió hablando, sus palabras llenas de una energía frenética que intentaba ocultar el miedo palpable en su voz. trate de voltear a verla, tratando de enfocarla, de entender lo que estaba diciendo, pero mi mente seguía resbalando, atrapada en el caos interno.

Entonces, la risa se apagó lentamente en mis labios cuando un pensamiento aterrador se instaló en mi mente: Maddy.

Sus gritos habían cesado de repente. ¿Qué le habrían hecho? ¿Estaría bien? La culpa y el miedo comenzaron a filtrarse a través del velo del suero, haciéndome sentir aún más impotente.

—Robin, Maddy... —intenté decir, pero las palabras se me escapaban.

A los minutos, la puerta sonó. Creí que otra ronda de golpes estaba por venir, pero en realidad eran Henderson y Sinclair.

—¡Oh, mierda! —dijo el pequeño al vernos.

—No puede ser —agregó Erica, y ambos corrieron hacia nosotros para soltarnos. Tanto Robin como yo empezamos a reírnos como locos de sus expresiones.

—¡Es Dustin! —gritó Robin.

—¡Henderson! ¿Cómo estás, mocoso?

—Cállate, Steve, hay que largarnos.

—¡Sí, corran!

—¿Dónde está Maddison? —dijo Dustin, terminando de desatarnos.

—Se la llevaron hace un rato —dijo Robin riéndose—. Sus gritos dejaron de escucharse hace unos minutos.

—¡Mierda! ¡Mierda! —dijo él, estresado, pues ella era como su hermana mayor—. ¿A dónde?

—No lo sabemos —dije mientras reía.

Dustin y Erica nos ayudaron a levantarnos, sus rostros llenos de preocupación. A pesar de la situación, no podía dejar de reírme.

El suero seguía nublando mi mente, y la absurda alegría que sentía chocaba con la gravedad de lo que estaba ocurriendo. Intenté concentrarme, intentar pensar con claridad, pero las risas seguían escapando de mis labios.

—¡Vamos, rápido! —ordenó Erica, tirando de mi brazo.

—Sí, sí, ya vamos —respondí, tratando de contenerme.

En el camino, les contamos todo lo de Maddy a los niños, riéndonos. Corrimos hasta llegar a una sala oscura; nos costó entrar siendo silenciosos, pero lo logramos.

Al entrar, vimos a Maddy con las manos atadas al techo con una cuerda, colgada. Debajo de ella había un charco de sangre y, al costado, un soldado inconsciente en el piso.

—¡Maddison! —gritó Dustin, mientras tomaba una gran navaja de la mesa a un lado y se subía a una silla para cortar la soga.

En su pierna derecha seguía la misma navaja clavada, era lo que más sangraba, creo. Pero aun no reaccionaba y me reía de la situación, incapaz de procesar la gravedad de lo que estábamos viendo.

-que hacen aqui?- escuche que ella pregunto.

-no te ibamos a dejar Maddy- dijo dustin terminando de cortar la soga. ella cayo al piso.

-ughh...mierda!- dijo casi gritando mientras se tenia la pierna.

-vamos hay que correr-

-salgamos de aqui ya!- nos reto erica. maddy se levanto despacio y todos nos fuimos corriendo.

ni siquiera me acerque a ella, no le hable, poco la mire. queria hacerlo, queria correr a ella pero no lo hice, era como si no tuviera control ni de mi cuerpo ni de mi mente.

a pesar de las heridas que tenia estaba muy despierta ella y activa. 

𝑊𝑖𝑐𝑘𝑒𝑑 𝐺𝑎𝑚𝑒 (𝑆𝑡𝑒𝑣𝑒 𝐻𝑎𝑟𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora