𝑐𝑎𝑝 1, 𝑡𝑒𝑚𝑝𝑜𝑟𝑎𝑑𝑎 2

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1984, hawkins indiana.


Maddison se levantó de golpe, con el corazón martilleándole en el pecho. Otra vez, la misma horrible pesadilla la había arrancado de los brazos del sueño, un eco oscuro de un trauma pasado que la atormentaba cada noche. Sentada en su cama, con la respiración entrecortada, miró el reloj en la mesa de noche. Las agujas marcaban las 6 a.m., como un recordatorio cruel de que el amanecer aún estaba lejos de disipar sus miedos.

Suspiró profundamente y se dejó caer de nuevo en la cama, sus ojos fijos en el techo. En esos momentos, la línea entre el sueño y la vigilia se desvanecía, y los fantasmas de su mente bailaban en las sombras del cuarto. Trató de encontrar consuelo en el silencio, pero los recuerdos seguían acechándola, como un río subterráneo que nunca dejaba de fluir.

Después de unos segundos, Maddison se forzó a levantarse. Hoy comenzaba su último año de escuela, un hito que debería haber estado lleno de promesas y expectativas, pero que para ella significaba otra serie de días navegando entre el presente y las sombras de su pasado. Se levantó lentamente, sus pies tocando el frío suelo de madera, y se dirigió al baño con pasos pesados.

El espejo le devolvió la mirada de una joven con ojos cansados, pero en su reflejo también había una chispa de determinación. Aunque las noches eran largas y los sueños oscuros, cada amanecer traía consigo una nueva oportunidad de avanzar. Mientras se lavaba la cara, el agua fría parecía borrar, aunque sea momentáneamente, las marcas de la noche anterior.

Maddison se vistió en silencio, Al salir de su habitación, el primer rayo de sol se coló por la ventana, iluminando su camino y prometiendo un nuevo comienzo. Aunque su mente seguía atrapada en el pasado, su corazón latía con la esperanza de encontrar un futuro en el que las pesadillas fueran solo un recuerdo lejano.

Al bajar las escaleras de su casa, Maddi se dio cuenta de que, como de costumbre, estaba vacía. su tio se habia quedado en california, dejando tras de sí un silencio insoportable que se extendía por cada rincón del hogar. Se dirigió a la cocina, donde desayunó algo rápido mientras miraba por la ventana con la mente en blanco. El paisaje matutino se desdibujaba ante sus ojos, reflejando el vacío que sentía en su interior. Maddison era una chica que ya no se ilusionaba ni creaba expectativas por nada. Las innumerables decepciones a lo largo de su vida habían endurecido su corazón, construyendo una barrera invisible pero impenetrable alrededor de sus sentimientos. Cada nueva promesa rota era un ladrillo más en el muro que la separaba de la esperanza y la alegría.

Después de desayunar, tomó su mochila y las llaves de la casa. Salió al exterior, donde la luz del sol empezaba a calentar el aire matutino. Su BMW negro, casi nuevo, la esperaba en el camino de entrada. Era un regalo de su tio por su cumpleaños 18, un intento torpe de reparar los daños causados por la ausencia constante de sus padres. Pero Maddison sabía que ningún coche, por lujoso que fuera, podría llenar el vacío dejado por años de desatención y soledad.

Condujo unos minutos por la ruta del bosque hasta que llegó a la escuela. Estacionó frente a esta y bajó del auto. Maddison lucía una remera negra de Guns N' Roses, unos jeans sueltos que resaltaban su figura, unos borcegos negros con taco y una chaqueta de cuero negra. Su atuendo, con un estilo rockero, destacaba en aquel pequeño pueblo donde la moda era más convencional. Mientras caminaba por los pasillos, podía sentir las miradas y escuchar los susurros que la señalaban como la nueva. Pero Maddison los ignoraba; no estaba de humor, y desde su llegada había notado la hipocresía de la mayoría de los habitantes del lugar.

Al llegar a su casillero, comenzó a revisarlo, tratando de bloquear los murmullos a su alrededor. Mientras acomodaba sus cosas, un chico un poco más alto que ella se acercó al casillero contiguo.

𝑊𝑖𝑐𝑘𝑒𝑑 𝐺𝑎𝑚𝑒 (𝑆𝑡𝑒𝑣𝑒 𝐻𝑎𝑟𝑟𝑖𝑛𝑔𝑡𝑜𝑛)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora