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Sir James Rhodes y el capitán Steve Rogers comparten una bebida, sumidos en la desolación. La culpa por la muerte de Tony los carcome. Era su deber protegerlo y fueron incapaces, ahora se sienten responsables por el mal rumbo del reino.

Continuaron lamentándose hasta que, de repente, para gran sorpresa suya, entró lady Virginia Potts irrumpiendo en la habitación, con el rostro totalmente descolorido y desencajado.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien?—preguntó Steve sumamente confundido.

—Parece que has visto un fantasma—añadió Rhodes al apreciar su rostro desvaído.

—Tony... ¡Tony está vivo!—exclamó apenas con aliento.

—¡¿Qué?!—gritaron perplejos y estupefactos, sin poder creer lo dicho por ella, todo este tiempo lo creyeron muerto.

—¿Cómo lo sabes?—cuestionó el rubio saliendo de su aturdimiento.

—Acabo de recibir una carta suya—aseguró revelando el pergamino.

Leer esa carta les dio esperanza.



Stephen y Tony se encuentran recostados, envueltos en la misma manta tono granate, mientras el primero lee un libro en voz alta. Tony ama escucharlo, su voz de terciopelo es relajante y cautivadora, no recuerda cuando fue la última vez que se relajo tanto como ahora. Por momentos como estos, no se arrepiente por la desición que tomo de permanecer a su lado.

—Me parece que alguien no esta siguiendo la lectura—comentó Strange repentinamente.

—Lo siento, me perdí. Contigo es fácil distraerse.

—Oh, nos vamos a poner melosos—dijo cerrando el libro y dejándolo a un lado, para proceder a envolver sus brazos alrededor de Tony, aspirando su aroma—. Me encanta como hueles. Tu almizcle es embriagador.

Tony se preguntó si su lado dragón provoca que perciba los aromas de manera diferente, se abstuvo de preguntar y sencillamente hundió su rostro sobre su pecho, tratando de identificar un aroma, logrando percibir un ligero toque a sándalo. De repente sus pensamientos se vieron interrumpidos de manera abrupta cuando Stephen se puso tenso.

—¿Qué sucede?—inquirió desconcertado por el cambio de humor en el hombre, el cual se ve reflejado también en su rostro.

—Nada—dio como respuesta para después escapar de los brazos del príncipe y salir de la cama apresuradamente—. Por favor, te suplico que te quedes aquí, volveré en un momento—espetó furtivo antes de irse.

Por supuesto, Tony, quien nunca ha sido bueno cumpliendo órdenes, entre preocupado, curioso e impulsivo, no dudo en seguirlo. Al hacerlo se dio cuenta que había tomado su forma dragón, luciendo realmente furioso y terrorífico. Más fue su asombro al ver a sus dos entrañables caballeros enfrentando y retando a la mítica criatura.

El dragón esta decidido, no está dispuesto a perdonar aquellos dos seres desagradables que osaron a poner un pie en su hogar, amenazarlo con sus espadas e interrumpir el grato momento que compartía con su príncipe. Estos dos intrusos tendrían que pagar por tal atrevimiento.

Tony notando sus intenciones, temiendo por la integridad de sus amigos, se interpuso en medio de ambos antes de que les infringiera algún daño.

—¡Basta!—gritó horrorizado.

—¡Tony!—gritaron los caballeros al unísono.

Steve rápidamente atrajo a Tony hacia él, pasando un brazo alrededor de su cintura, en un intento de protegerlo y alejarlo de la peligrosa bestia.

El dragón no se tomo nada bien aquello, rugió cabreado y se acerco al caballero rubio con claras intenciones asesinas.

Tony se soltó del fuerte agarre e intento apaciguar a la alterada criatura.

—Por favor, cálmate—suplicó con desesperación—. Detente, ¡son mis amigos!

El dragón no escucho y aprovecho la oportunidad para, con su hocico, tomarlo por sus ropas y jalarlo consigo, ningún rubio tonto tocaría su tesoro.

Rogers actuó enseguida y tomo la mano de Tony para alejarlo de ese ser. James no tardo en ayudarlo, pero nada pudieron hacer frente a la superior fuerza del dragón que logró su cometido fácilmente.

Cuando se aseguró que Tony esta lejos de ese par, procedió a escupirles fuego. Los caballeros lograron reaccionar lo suficientemente bien para evitar esas llamaradas.

El príncipe asustado se volvió a interponer entre ambos bandos, tratando de frenar toda esa locura.

—Stephen, ¡detente ahora mismo!—gritó el castaño exasperado.

Pero el dragón hizo oídos sordos y continuó.

—Stephen Vincent Strange, sino te detienes ahora mismo no volveré a hacer el amor contigo—advirtió severo y enojado.

Esas palabras retumbaron en la cueva, generando que todos se detuvieran de golpe.

Steve y Rhodey se miraron entre si, atónitos y confundidos.

El dragón se detuvo y finalmente cedió.

—Buen chico—murmuró Tony acariciando parte de su hocico—. ¿Quién es un dragón obediente?—dijo continuando con sus caricias que Tony aprecia que hace a Stephen más manso, incluso se restriega sobre sus palmas—. Bebé, sé que estás asustado, ellos no son peligrosos, son mis amigos, ahora vuelve a tu forma menos atemorizante.

Stephen, solo por esta vez, hizo caso y retomo su forma humana.

—¿Lo ven?—se giró hacia sus amigos—. Es inofensivo.

—No lo creo. Esa cosa estuvo a punto de comerme—comentó el rubio incrédulo.

—No como porquerías—aclaró Stephen indignado.

—Tony, amigo—James lo abrazo, no pudo evitarlo, Steve se abstuvo de hacerlo por el temor de convertirse en un caballero rostizado—. No sabes cuanto me alegra verte.

—Rhodey, me asfixias. Yo también estoy feliz de verlos a ambos, pero... ¿Cómo dieron conmigo?

—Gracias a tu carta—contestó Rhodes—. Y la magia del reino de Asgard, Loki fue de gran ayuda para dar con tu paradero.

—Oh, de verdad no era necesario, les dije que no me buscarán... ¿Para qué vinieron hasta aquí?

—Venimos a rescatarte—respondió Steve observando receloso a Stephen.

—Chicos, les agradezco sus nobles intenciones, pero no hay nadie a quien rescatar. Yo estoy aquí por mi propia voluntad, nadie me ha secuestrado.

Ambos lo miraron perplejos, tomando a Tony por loco. Rhodes se acercó cauteloso y colocando una mano sobre su hombro, preguntó:

—¿Podemos hablar?

—Stephen, ¿me das un momento, por favor?—interrogó al captar el tono de su amigo.

—Sí, siempre y cuando éste mantenga su distancia—mencionó señalando despectivo a Steve.

—De acuerdo, tranquilo, te prometo que no iré a ninguna parte.

Asintió poco convencido, tiene un mal presentimiento, aún así concedió los deseos de Tony y se aparto. En lo profundo de su ser sabe que su efímera felicidad ha llegado a su fin y que esos dos caballeros se llevarán a su príncipe.

El príncipe y el dragón (Ironstrange AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora