──⊱ ღ⊰── Tae regresa a Busan para visitar a sus abuelos y se reencuentra con Jungkook, su primer amor, ahora convertido en un joven increíblemente atractivo y sensual. A medida que reviven los recuerdos de su infancia y redescubren su conexión, Tae...
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El cálido aire de la tarde se mezclaba con los aromas de una deliciosa cena casera mientras el ocaso comenzaba a ponerse en el horizonte. Ser el único nieto de los Kim, le concedía privilegios como degustar las comidas de su abuela. Pero también algunos inconvenientes como soportar la pena cuando sus abuelos no paraban de alabarlo frente a cualquier visita. Por eso estaba preparado para una situación así cuando le dijeron que tenían invitados para esa cena.
Tae, arreglaba los últimos detalles en la mesa del comedor. Se había duchado y aún las puntas de su cabello seguía mojado, dándole un toque causal pese a que había dedicado más minutos de los demás en ponerse presentable. Sus abuelos habían invitado a cenar a la señora Jeon y a su nieto, y Tae no podía evitar sentir una emoción contenida por tener una excusa tan perfecta como esa para ver nuevamente a su primer amor.
El timbre de la puerta resonó por la casa, y Tae se apresuró a abrir. Allí, en el umbral, estaba el preciso Jungkook. Llevaba una camisa negra semi-transparente que dejaba entrever su tonificado torso y unos pantalones ajustados que destacaban su figura esbelta y curvilínea. Sus labios curvados en una sonrisa traviesa, que fueron la combinación perfecta con su voz cargada de coquetería.
—Hola, hyung. ¿Me extrañaste?
Tae se rió, sintiendo un calor reconfortante en su pecho.
—Siempre, Jungkook. Pasa, los estábamos esperando.
La señora Jeon entró detrás de Jungkook, y tras los saludos cordiales, todos se dirigieron al comedor. La cena transcurrió en un ambiente acogedor, lleno de risas y anécdotas de alguna travesura de los chicos. Tae no podía evitar robar miradas a Jungkook, que se mostraba encantador y provocativo, susurrando comentarios coquetos en momentos oportunos solo para él, haciendo que Tae se ruborizara ligeramente.
Después de la cena, los abuelos sugirieron tomar té en la cocina, dejando a los jóvenes solos en la sala. El cálido resplandor de la lámpara llenaba la estancia con una luz suave y acogedora. Tae y Jungkook se sentaron en el sofá, un silencio cargado de tensión llenando el espacio entre ellos. El joven Kim no pudo evitar que su mirada se desviara por unos instantes hacia las largas piernas de su bello acompañante, que al mantenerlas cruzadas, hacía resaltar sus rellenos muslos. Tae carrasqueo y decidió hablar para concentrar su atención en otra cosa.
—Me alegra que nuestros abuelos hayan organizado esto. Ya estaba comenzando a planear cualquier otra excusa para verte.
Jungkook se acomodó más cerca, su mirada fija en Tae.
—A mí también me gustó venir. Me recordó a esas cenas de cuando teníamos... ¿que? ¿quince? Y nos escabulliamos para escondernos bajo las escaleras. ¿Recuerdas lo que hacíamos?
