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   Su sonrisa.

   Sí, definitivamente era eso.

   O tal vez la manera en la que sacudía su cabello luego de haber corrido las vueltas en la clase de deporte.

   Su cabello castaño era brillante y con tonos rojizos bajo los rayos del sol.

   Esa mandíbula formada, sus cejas gruesas y sus pestañas abundantes y tupidas conformaban el rostro más atractivo que él pudiera apreciar.

   Paul se había enamorado del rompecorazones del colegio, del bully, del capitán del equipo de futbol y del amor platónico de media escuela.

   John, por el contrario, ni siquiera se había percatado de la existencia de Paul.

   Eran tan diferentes en sus gustos y actitudes que no podían coincidir. Mientras John estaba en el futbol, Paul disfrutaba de su rato libre en el club de lectura; y cuando John estaba en la dirección por haberse metido en líos, Paul estaba en algún pasillo revisando sus apuntes.

   —Se te va a caer la baba, Paul. Disimula.

   John Lennon apartó su mano del mentón y se preocupó por intentar parecer sumergido en la lectura del libro de biología.

   —No sabes fingir. —Harrison se sentó a su lado, sonriéndole burlonamente—. ¿Te atreves a ir hablarle?

   John estaba con un grupito de amigos a un par de mesas de distancia en el patio. Se reía, bromeaba e incluso coqueteaba con cualquier chica que pasara "casualmente" cerca suyo.

   —No. Jamás.

   —Ni siquiera sabe que existes...

   —Mejor así —le dijo Paul—. No tendría oportunidad con él. Además, no le gusto. Él es demasiado... heterosexual.

   —Sí, pero puedes intentar acercarte para ser su amigo, ¿no? —George lo dijo como si aquello fuera fácil—. Uno nunca sabe... —se sonrió pícaro.

   —Sí, claro.

   —Detrás de cada hombre mujeriego hay un lobo homosexual feroz dispuesto a salir.

   —Agh, tonto.

   Harrison rió y lo movió con el codo.

   —Mira, tengo una idea...

   —No. —Se adelantó.

   —Ni siquiera me has dejado hablar.

   —Pero sé que cualquier cosa viniendo de ti va a ser mala.

   —Voy a darte una manera de que puedas hablar con John. Si no te gusta, pues bien, no lo hagas... Sólo escúchame.

   Paul soltó un bufido.

   —Bien. —Cerró el libro, aunque muy en el fondo estaba convencido de que no caería en sus planes.

   —John tiene problemas con las calificaciones... Y tú eres inteligente.

   —No voy a darle clases. No podría... —tan sólo pensarlo hizo que sus manos comenzaran a sudar—. Seguro se me olvidaría todo y me trabaría al hablar.

   —Agh, no, Paul... Pero si le recomiendo a John una IA a la que pueda preguntarle las tareas... y si esa IA casualmente eres tú...

   Paul arrugó su entrecejo y lo miró.

   —¿Cómo?

   —Sólo hazte pasar por una IA y respondes a las preguntas de John. Así puedes hablar con él.

   —¿Por una IA?

   —Inteligencia Artificial, James Paul, por amor a Dios.

   —Sí, sí, sí —asintió con fastidio—. Sé a lo que te refieres, pero..., ¿en serio crees que Paul sea tan tonto como para no darse cuenta de eso?

   —Sólo cambia tu foto de perfil de WhatsApp y tu nombre. Puedes poner una foto en blanco, no tienes que ser muy específico. Y de nombre, mmm, deja el mismo... Hay muchas personas llamadas Paul. No va a sospechar de ti.

   A Paul le pareció tentadora la idea, y de pronto comenzó a pensar y aquello le gustó. Sentía ese jugueteo en el estómago, sabiendo que estaba apunto de hacer algo que podría terminar demasiado bien...

   ...o demasiado mal.

   —Sólo le doy tu número diciéndole que esa IA puede ayudar con tareas... y ya...

   Ni siquiera lo pensó dos veces.

   —¡Sí!

Paul ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora