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Pasaron las horas, los días y las semanas. Fernando aún no sabía nada acerca de su hijo y comenzaba a perder la cordura. La FIA y el equipo le permitieron ausentarse hasta que el menor apareciera.

Todos hicieron lo que estuvo a su alcance para ayudar en la búsqueda. Fernando no durmió por semanas. No se movió de los alrededores del circuito pues tenía la esperanza de verlo salir, creía que todo era una broma y que Lance estaba escondido por ahí.

La lluvia por fin llegó y esto lo hizo angustiarse aún más.

— Mi niño está ahí afuera, en el frío — sollozó — Acaba de tener un resfriado fuerte, necesita estar conmigo

Sebastian no sabía qué decir. La situación era bastante delicada y no había palabras para calmarlo. El dolor que sentí el español era peor que el de un hueso roto.

En la televisión se transmitía la ficha con la foto del menor, sus características físicas y la vestimenta que utilizaba el día en que fue visto por última vez. Policías recorrían las calles y carreteras con la esperanza de encontrarlo. Algunos fanáticos organizaron reuniones para realizar búsquedas, algunos regresaron al circuito y buscaron en cada rincón de las gradas e instalaciones.

Pasó un poco más de un mes y aún no se sabía nada sobre el paradero del menor. Fernando aún no perdía las esperanzas y cada mañana salía y recorría las calles gritando su nombre, pidiéndole al cielo que lo mantuviera a salvo hasta que lo encontrara, pero nada, todo seguía igual.

Una fría mañana Fernando recibió una llamada del departamento de policía de Valencia.

La noticia le cayó como un balde de agua fría.

Lance había sido hallado muerto a un lado de la carretera.




¿Cómo un niño de tan solo 9 años había llegado tan lejos?




¿Por qué se apartó de su padre?




Sabía que no debía de hablar con extraños ¿conocía a quien se lo llevó?




¿Era culpa de Fernando?




¿Todo había sido planeado?




¿Quién fue?




¿Qué pasó?




Por la tarde Fernando pudo ver por última vez a quien había sido su mayor ilusión, aquel pequeño que le robó el corazón en esa visita a la fábrica, el pequeño huracán de hermosos ojos que todas las mañanas lo despertaba con un gran abrazo, ese pequeño que lo obligaba a cargarlo de caballito por toda la casa.

El inocente y noble corazón de Lance Stroll había dejado de latir en una noche fría y lluviosa. A pesar de haber gritado por ayuda, a pesar de haber luchado con todas sus fuerzas no resistió más.

La autopsia reveló que el menor había muerto por asfixia.

¿Qué tan mierda tiene que ser una persona como para arrebatarle por segunda vez la oportunidad de vivir en un hogar lleno de amor?

Fernando se despidió del cuerpo inerte de su hijo, de su Lance. Se aferró con todas sus fuerzas a la pequeña caja blanca y gritó con dolor su nombre.

— Vamos cariño, despierta por favor — entre varios pilotos intentaron apartarlo del ataúd, era hora de dejarlo ir — ¡Suéltenme carajo! — dio fuertes manotazos, no quería que lo tocaran — ¡No voy a dejar que lo aparten de mi!

Era una escena dolorosa para todos.

Antes de apartarse del ataúd, le susurró unas últimas palabras.

— Te prometo que nos volveremos a ver

Little Lance | StrollonsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora