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~Sábado, 16 de abril de 2022.

Erza visitó junto con Jellal la pastelería de su madre. Irene estaba ocupada, pues ese día había bastante clientela, encima le dio la tarde y la noche libre a Evergreen para que pudiera ir a un concierto. A la joven pelirroja se le apeteció ir a ayudar a su madre, estuvo a punto de levantarse varias veces dudosa hasta que Jellal le cogió de la mano.

-Tranquila, deja que ella lo haga.

-Solo quiero ayudar.

-Y ella quiere demostrarte que puede sola.

Erza la miró de reojo, parecía ser cierto. Su mamá la miró y le instó una sonrisa despreocupadora. Jellal le acarició las manos y regresó su vista a esos ojos felinos color miel, ¿o eran verdes? Depende de la luz del sol le cambiaban de color. Alucinante.

-Quería hablar contigo de un tema – Erza escuchó atenta – me da la sensación de que ya no te ocurre, pero te noté bastante triste cuando se marchó Meredy, tú ¿sigues...? Ya sabes...

-¿Sintiendo cosas por ella? – Jellal asintió dudoso mirándola como un cachorrito por miedo a su respuesta – no tienes por qué tener dudas en base a mis sentimientos, quiero estar contigo, es lo único que me importa.

-Y yo contigo Er, pero, es solo curiosidad, entederé cualquier respuesta que me des.

-Para – instó ella, ¿por qué sacar cosas del baúl de los recuerdos? Ella ya superó a Meredy, sí, pasó un tiempo triste, más entendió que fue lo mejor, de aquella manera ninguno de los tres podrían ser felices – la eché de menos en su día porque fue con la primera mujer que estuve, y la primera chica que me gustó de verdad, pero luego llegaste tú a mi vida y fue mucho más especial Jell.

Erza acarició su mano y dejó un beso allí observando cada una de las facciones de él. Esa cicatriz que tiene en el ojo le hace parecer más misterioso e interesante de lo que cree. Le encanta repasarla con su dedo, más esa vez se limitó a analizarla.

-Meredy me gustaba, pero me enamoré de ti. Si me entristecí es porque ella no tuvo la culpa de mis sentimientos y a causa de ellos le hice daño.

Jellal lo sabía, era consciente de todas sus palabras. Él necesitaba escucharlas de sus labios para cerciorarse, para saber que de verdad era así, en caso de que no, tampoco cambiaría su situación actual. Pues a él, le pasó igual. Se enamoró de Erza.

Si llega el día, que espera que no, en el que ella se enamora de otro o que simplemente se desenamora de él, intentará hacerla lo más feliz posible porque su chica escarlata tiene un corazón de oro y no permitirá que nada, ni nadie, se lo rompa.

Ella vale oro y él se siente muy afortunado. Le transmite valentía, lo impulsa a querer caminar a su lado, a buscar objetivos en la vida, a no rendirse y sobre todo, es el resultado de la fuerza de voluntad que siempre perdura. Ella no se viene abajo y en caso de hacerlo, él estará ahí para ayudarla a salir. Se prometió protegerla siempre.

El Señor del Tiempo conmovido por los pensamientos de Jellal, un chico tan puro, con otro corazón de oro que ni él mismo ve, lo incluyó en su círculo de amigos. Personas como él valen la pena conocer.

A la hora Jellal se despidió de Erza, tiene examen el lunes y tiene que estudiar bastante. Erza se quedó pues Gray y Natsu le dijeron de verse para contarle algo muy importante. Los chicos no tardaron en llegar y se sentaron al lado de ella, tensos. Bastante tensos, lo que extrañó a la pelirroja.

-¿Qué ocurre? Me están asustando.

-Gray – Natsu le dio la palabra a Gray, es el afectado, él no va a decir nada.

Tiempo entre AmigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora