Capítulo Nueve

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Narrador Omnisciente

Caminaron por un rato, venían hablando de varías cosas, hasta que Spreen paró frente a un café que Carre no había notado antes y casi pasa derecho, apenas se dio cuenta de la ausencia del alto se acercó y este lo miró apuntando al lugar con una sonrisa —¿ahí?— Iván asintió y lo guió a la entrada cruzando la vereda, gracias a Dios no pasaban vehículos porque pasaron como si fueran de plástico o inmortales.

Los dos chicos entraron y se sentaron en una mesas que estaban por la ventana, Rodrigo miraba a todos lados, era un lugar cálido y hogareño, le gustaba.

Un camarero se les acercó para pedir su orden, pero paró en seco al ver al castaño ahí —¿Rodrigo?— Este lo miró y sus ojos se abrieron en sorpresa, seguido de una sonrisa —¡Charlie!— Se levantó y lo saludó con un abrazo que el mayor aceptó, el pelinegro no entendía nada de lo que estaba aconteciendo. Pero una sonrisa involuntariamente apareció en sus labios al ver a su amigo feliz de ver a aquel chico.

—¡Ro! Ha-Hace mucho no te veía ¿Cómo has estado? ¿Y tu familia?— Preguntó, Iván notó que al chico se le dificultaba el español por lo que supuso que hablaba otro idioma como alguna que otra persona de su ciudad.

Se sentía ajeno a la conversación, no conocía al chico y no quería interrumpir, aunque se sorprendió al escuchar que preguntó por la familia del castaño, seguramente los conoce, se ve alguien mayor ¿Será amigo de alguno de sus padres? Lo más seguro es que sí, Luzu y Quackity son algo sociables.

—Todo bien, y ellos están bien, gracias ¿Tú?— Siguió hablando el castaño, siendo respondido al instante de por el camarero quien se separó del abrazo que aún tenían.

Después de un rato tomó sus órdenes y se fue diciendo que volvería después, el felino se sentó de vuelta dirigiendo su mirada a Spreen, quien veía por la ventana, pero volvió su vista rápido a él cuando notó que se sentó de vuelta —¿Quién era él?— Preguntó interesado, Rodrigo rió —Un amigo de mi pá Quacks, se conocieron cuando eran adolescentes— Relató con una sonrisa, Iván asintió lentamente mirando a todos lados, por alguna razón se sentía nervioso.

Bueno, era normal estár nervioso frente a la persona que te gusta, pero, es su mejor amigo ¿Es tan normal no saber de que hablar aún si se conocen de toda la vida?

Se sintió mal ¿Y si el castaño pensaba que solo lo invitó a salir porque sí? ¿Y si se aburría y se iba? Estaba un poco paranoico, no quería que su salida fuera mala, quería hacer feliz al pequeño.

Aunque la voz preocupada de este lo hizo salir de sus pensamientos, lo miró con la ceja arqueada en duda. —Iv ¿Te sientes bien?— Preguntó con genuina preocupación bajando sus orejas, el oso se alarmó y se acercó a él en su banca, se sentó a su lado y lo abrazó.

—Perdón, tranquilo, estoy bien, simplemente que... no quiero hacerte sentir mal ni quiero que nos quedemos callados por mucho rato, pero no tengo tema de conversación, ya se me gastó la imaginación— Confesó tapando su cara en el hombro contrario, sintiendo rápidamente una mano acariciar sus cabellos azabaches y otra pasar por su torso.

—Tranqui, lindo, tú sabes que yo no me callo, entonces podemos hablar de cualquier cosa que yo la hago larga— Las caricias y el apodo lo hicieron sonrojar, quedándose un momento más abrazando al menor, espirando su olor, por esa razón amaba que lo abrazara -aunque no lo demiestre- era tan cálido, olía rico y parece un peluche.

—Amigo, ¿Te dormiste?— Escuchó la voz baja del castaño y rió, levantando su cabeza —Perdón, es que sos tan suave y hueles rico que no puedo evitar quedarme abrazandote— Habló de más, abriendo los ojos como platos cuando se dio cuenta de su confesión, pensó que lo incomodó, pero el bajito simplemente estaba rojito.

El Trabajo de Historia | Happybear [Remake] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora