Kaecilius

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—¿!Que hizo que!? —grito el mayor de los aprendices de Ancestral, Kaecilius.

Ambos se encontraban en el nexo de todos los templos, Ancestral moviendo una maquina, revisando una esfera con la forma del planeta encima de ellos, cada luz del lugar representando cada alma en el mundo, unas brillando mas que otras. Y fuera de su mundo, muy a lo lejos, una luz brillaba con una intensidad que opacaba a la gran mayoría de todas. Su nuevo pequeño aprendiz personal.

—Entonces, has traído un alma de otro universo —dijo Kaecilius, su voz cargada de resentimiento—. Y me pregunto, ¿por qué eso está permitido cuando a mí se me negó la oportunidad de reunir a mi familia?

La Ancestral, con su habitual calma, sostuvo la mirada de Kaecilius. Sus ojos irradiaban una sabiduría profunda, pero también una tristeza contenida.

—Kaecilius, no puedes comparar las dos situaciones. Traer a tu familia hubiera desequilibrado el orden natural y puesto en peligro nuestra realidad —respondió la Ancestral, su tono sereno pero firme.

Kaecilius apretó los puños, su frustración visible en cada línea de su rostro.

—¡Hipocresía! Dices que no se puede alterar el orden natural, y sin embargo, aquí estás, trayendo un alma de otro universo. ¿Qué tiene de diferente? ¿Por qué a él sí y a mi familia no?

La Ancestral mantuvo su compostura, sabiendo que cualquier muestra de debilidad podría empeorar la situación.

—Esta alma posee un gran potencial para las artes místicas. Puede ayudarnos a enfrentar amenazas que aún no podemos comprender. Es una excepción justificada por la necesidad y el bien mayor —explicó, sus palabras cuidadosamente elegidas.

Kaecilius soltó una risa amarga, sacudiendo la cabeza.

—El bien mayor, siempre el bien mayor. ¿Y quién decide qué es ese bien mayor? ¿Tú? ¿Con qué derecho juegas con nuestras vidas y nuestros deseos? —preguntó, su voz llena de resentimiento.

La Ancestral dio un paso hacia Kaecilius, su expresión suave pero determinada.

—No es una decisión que tomo a la ligera, Kaecilius. Cada elección tiene sus consecuencias, y siempre trato de actuar en el mejor interés de nuestro mundo. Entiendo tu dolor y tu pérdida, pero traer a tu familia habría destruido mucho más de lo que habrías ganado.

Kaecilius se quedó en silencio por un momento, su mirada ardiendo con una mezcla de furia y tristeza.

—No puedes jugar a ser dios y esperar que todos aceptemos tus decisiones sin cuestionarlas. Algún día, Ancestral, tus decisiones tendrán un costo —dijo, antes de dar media vuelta y salir de la sala, dejando a la Ancestral sola con sus pensamientos y la sombra de sus decisiones.

La Ancestral observó su partida con una mezcla de tristeza y resolución. Sabía que sus acciones no siempre serían comprendidas, pero la protección del mundo místico y el equilibrio entre las dimensiones eran responsabilidades que no podía ignorar, sin importar el precio personal.

O eso es lo que se decía 

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Ya habían pasado unas semanas en el plano de la tierra desde la conversación con Kaecilius. Izuku se encontraba pensando y procesando todo lo que habia pasado. 

Primero su muerte, le dolía, le dolía mas de lo imaginaba, pero no por las razones que se esperaba. Su madre fue el principal generador de dolor mental, pensar que ella y solo imaginar a un villano usando su cuerpo como mascara le daba una sensación de asco. Pensaba que dolería más el no poder volverse un héroe, claro esta triste por eso, pero no más haya, era raro, sabiendo que ese era su sueño de toda la vida.

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