Capitulo 4: Preparativos

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Satoru, al igual que Kazuyo, se la paso casi toda su corta vida de mudanza en mudanza debido al trabajo de sus padres; aún así tuvo la buena, o quizá mala, suerte de conocer a Ayami, Tetsuya, Goro y Emika.

Los primeros dos, hijos de su autoproclamado tío Bokuto, y los últimos, del único hombre que lograba sacarle los nervios de punta a su madre: Kuroo Tetsuro.

Y aunque desconocía cuáles otros vendrían a la supuesta reunión en la casa de los Azumane, con solo saber que esos cuatros estarían era lo suficiente para hacerlo sentir ansioso.

No lo malentiendan, quería a sus amigos, pero el nivel de peligro inminente que esos cuatro manejaban era algo con lo cual no debian jugar; es decir, si con platos de porcelana podían armar un reactor nuclear, lo harían. No había límite para el cerebro de los hermanos Kuroo, ni para la suerte rara de los Bokuto.

Además, no sabia que clase de resultado tendría esa ecuación si Nanami se agregará a la suma.

En resumen, temía por su vida.

Pero al mismo tiempo, debía admitir que era emocionante alejarse de la rutina de tratar de encontrar jugadores y de la tediosa tensión sexual de Kazuyo y Hanataro.

En fin, hablando del diablo, hoy sería el día en el que acompañaría a Nanami de compras para hablar de esos dos. En un principio, se suponía, que Suzume iría con ellos, pero su hermano últimamente se la pasaba estudiando en la biblioteca; asi que, despues de haberlo dejado en ese lugar, Nanami y él salieron rumbo al centro.

—Sabes, no creí que a Suzu-chan le importará tanto el estudió, digo, de por sí ya es bueno. —comenta Nana, caminando a su lado.

—Desde que llegamos a Miyagi empezó a desaparecer por ratos, cuando le pregunté dijo que iba a la biblioteca a estudiar, tal parece que quiere aspirar a la medicina. —alza los hombros, le creía a su gemelo.

Nanami por otro lado recordó vagamente una conversación que tuvo con Suzume, luego de analizarlo, simplemente río divertida.

—¿Qué sucede?

—No, nada. —niega sonriendo.—. Estamos cerca. Así que... ¡El que llega último paga la comida!

—¿¡Qué!? ¡Espera, Nana! ¡NO CONOZCO LA ZONA! ¡OYE! 

Una carrera improvisada empieza, Nanami toma la delantera pasando entre la gente con clara agilidad, mientras que Satoru trataba inútilmente de no chocar con nadie. Entre bromas, insultos y empujones llegan a la entrada de la susodicha tienda.

«Nanamin: little & cute»

El amarillo patito y el rosa pastel desbordaba en cada rincón.

Volteo a mirar a Nana, que era la disque inspiración de ese lugar, y la encuentra rascándose un seno.

—¿Qué? —inquiere tosca.

—Nada, supongo que tu papá te debe querer mucho. —dice con un toque de sarcasmo.

—Por supuesto, soy su linda señorita. —alza la nariz.

«Tomoko lo aparenta más» quiere decir, pero se traga el comentario.

Nanami podía ser de todo menos una delicada dama.

—¡Tía Hitoka, estoy de visita! —anuncia entrando al local.

Satoru venía detrás de ella sintiéndose cohibido por tantas cosas de chicas a su alrededor, en cierta forma creía que era un invasor.

Estaba tan metido en su pena que choco sin querer contra alguien.

—¡Lo sien– ¿¡Tomoko!? —chilla apuntando al homunculo con falda delante suyo.

«¡SE QUE DIJE QUE TOMOKO ERA MÁS SEÑORITA QUE NANA! ¡PERO NUNCA PENSÉ QUE USARÍA FALDA!»

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