Cuba, 14 de noviembre de 2020
Brenda Arriaga, a sus 27 años, es una talentosa y curiosa fotógrafa que vive en la vibrante ciudad de La Habana. Con su cabello oscuro recogido en un moño despeinado, se sienta junto a la ventana de su pequeño apartamento en el Vedado capitalino. Los rayos del sol se filtran a través de las cortinas de encaje, pintando delicados patrones dorados en el suelo mientras ella contempla una vez más las calles de su ciudad.Su cámara, compañera inseparable, descansa en la mesa, ahora cubierta de una fina capa de polvo, por el tiempo que ha estado sin uso. La pandemia ha paralizado el país, y Brenda extraña con ansias la libertad de recorrer las calles, capturando momentos efímeros en sus fotografías. Su blog de viajes, antes rebosante de imágenes vibrantes de su país, ahora yace en una pausa forzada, pero por fín al día siguiente comenzará nuevamente a trabajar.
Mientras explora en su computadora una comunidad de artistas en línea, encuentra un poema que la deja sin aliento. Es de una escritora llamada Elisa. Las palabras fluyen como olas suaves en la playa, despertando una inexplicable necesidad de conocer más sobre esta persona que logra cautivarla en un instante:
"Mujer valiente, enfrentaste todos tus miedos, luchaste contra el mundo entero por tu razón, contracorriente navegaste en un gran océano y tu verdad dijo presente en la sociedad de hoy.
Mujer nunca te rendiste sacrificaste tanto amor, la oscuridad que lastimaba ahogada prescribió, cuando ahora renaces con más fuerza e ilusión eres ejemplo de entereza y admiramos tu valor."
Elisa Galina, de 23 años, es una escritora apasionada que reside en una pequeña ciudad costera en la provincia de Holguín, a cientos de kilómetros de La Habana. Se esconde detrás del pseudónimo Alex cuando escribe poemas evidentemente dirigidos a las mujeres de una manera romántica, ya que su familia es cristiana y no vería bien eso. La joven observa el mar desde su balcón con ojos profundos y una sonrisa tímida, mientras mantiene su escritorio cubierto de hojas de papel arrugadas y bolígrafos gastados. Sus dedos, manchados de tinta, denotan una larga noche de inspiración.
Escribe sobre el mar, la luna y las estrellas. Las olas rompen en la playa cercana, guardando los secretos que a voces le confiesan al anochecer. Sus poemas son susurros en la brisa, etéreos y llenos de un misticismo que solo ella entiende.
Ambas mujeres comparten una pasión: la música. Brenda, con su guitarra siempre a mano, y Elisa, con su amor por la melodía en cada poema que escribe. Esta pasión compartida se convierte en un hilo invisible que comenzará a tejer su conexión.
Brenda no puede resistirse y decide escribirle un mensaje a Elisa, que será el primer paso en un viaje que cambiará sus vidas. Sin pensarlo dos veces, quiere conocer a la escritora que ha llamado su atención y le escribe por el chat interno de la plataforma de artistas.
- Hola, soy Brenda. Vi uno de tus poemas en la comunidad de artistas y quedé impresionada. Tus palabras son como un susurro del viento.
Del otro lado de su pantalla, Elisa se sienta frente a su computadora con los dedos temblando sobre el teclado. La red virtual de creadores es su refugio, un lugar donde puede compartir su arte sin miedo al rechazo. Pero hoy es diferente.
Hoy hay algo nuevo e inusual: un mensaje de un usuario desconocido que, por curiosidad, decide responder, sin imaginar que se entablaría una larga conversación que la dejará impregnada de curiosidad y admiración.
- ¡Hola, Brenda! Gracias por tus amables palabras. Me alegra que mi poesía te haya tocado. ¿También eres parte de esta comunidad? - responde la joven con nervios.
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Nuestro amor a distancia
FanficDos almas, dos ciudades, una conexión virtual que desafía la distancia. Brenda, la fotógrafa apasionada por los colores de La Habana, y Elisa, la poeta de ojos profundos que escribe sobre secretos y estrellas. A través de cartas y versos, sus coraz...