Una niña lo cambia todo? [Sterek]

Capitulo 1

—Entonces, Stiles —comenzó mi papá mientras posaba una mano en su cadera y otra entre su nariz y ceja mientras suspiraba cansado—, ¿quieres explicarme qué hace una niña en nuestra casa diciendo que eres su padre?

Tomé una profunda respiración, todavía tratando de poner en orden mis pensamientos.

—Papá, según Sofía, ella es mi hija del... —me quede callado unos segundos, la mirada de mi padre me indica que siga hablando, así que suspiro y continuo— futuro. La verdad no se como es que... llego aquí... al pasado... puede que por un agujero o... te imaginas que sea tipo Alicia del país de las maravillas que halla legado aquí por una madriguera y... 

Pero parece que mi padre estaba dispuesto a romper mi próximo Monologo.

—¿Cómo? ¿Del futuro? —repitió él, su tono seco pero claramente esperando una respuesta coherente.

Solté una risa sarcástica, porque sinceramente, ¿Qué otra cosa podía hacer?

—Sí... ya sabes, ahora le pregunto al relojero del Alicia del país de las maravillas, para ver como ella llegó aquí y de paso busco al conejo blanco y noo como crees viene de Japón, donde están más avanzados tecnológicamente y mentalmente —Mi tono sarcástico solo hizo que la situación pareciera aún más surrealista.

Mi padre suspiró, pasando una mano por su cara en un gesto de cansancio. Luego me miró directamente.

—Stiles, ¿la manada sabe algo de esto?

Negué con la cabeza.

—No, porque ni siquiera sé si esto es verdad o no. ¿Cómo les explico algo que yo mismo no entiendo? Además, sabes lo loco que suena que llegue al Loft de Derek con una niña y todos estén allí y diga, "Mira, tengo una hija del futuro, así que me la respetan malditos chucos andantes y pobre de ustedes que le gruñan"

Papá dejó escapar otro suspiro, esta vez con un toque de resignación. Se acercó a la mesa y miró a Sofía, quien seguía comiendo tranquilamente, ajena a nuestra conversación.

—Stiles, ni siquiera has perdido tu virginidad y ahora resulta que tienes una "hija" de seis años. —Su tono fue una mezcla de broma y preocupación paternal. 

Me indigné al escuchar eso, sintiendo que mis mejillas se calentaban.

—¡Papá! Eso no es algo que debas decir en frente de... —hice un gesto hacia Sofía, que parecía demasiado ocupada con su comida para notar mi incomodidad—. Y, para que lo sepas, mi vida amorosa no es de tu incumbencia. 

Él levantó una ceja, claramente no convencido.

—Claro, Stiles. Pero esto es serio. Tenemos que entender qué está pasando aquí.

Miré a Sofía, quien finalmente levantó la mirada de su plato y nos observó con ojos curiosos. No parecía haber miedo en esos ojos, solo una extraña mezcla de familiaridad y cariño.