Capitulo V

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MI PEQUEÑA ESPERANZA

CAPÍTULO 5

Betty y Armando, volvieron a Bogotá, no estaban dispuestos a que su relación quede a medias. Ese mismo día, hablaron con don Roberto y le plantearon la nueva situación, lo más gracioso fue que Armando estaba nervioso como si fuera a hablar con el padre de la novia, y no con su propio padre.

Armando: -Papá, -silencio incómodo -eh, necesito, bueno, no, necesitamos, eso, necesitamos hablar muy seriamente contigo. Cómo tú sabes papá, eh, con Betty somos, mejor dicho, éramos muy amigos, peeerooo, resulta que todo cambió.

Don Roberto: -Estoy perdiendo la paciencia, en definitiva me quieren decir que comenzaron una relación. En el fondo no me sorprende, se veía venir lo que iba a suceder. Ustedes se estaban llevando demasiado bien. De todo corazón, los felicito.

Betty: -Muchas gracias don Roberto. -Emocionada -gracias por aceptar esta relación.

Don Roberto: -Lo único que les pido, es que intenten solucionar sus problemas de pareja ustedes mismos y acudan a mí cuando sea estrictamente necesario. Entiéndanme, me pondrían en un conflicto de interés sentimental. A ti Betty, de veras te quiero como a una hija, pero Armando, debe ser mi prioridad. No quiero cometer el error que junto con mi amada Margarita cometimos con Marcela.

Betty: -No se preocupe don Roberto, yo sé lo incómoda que podría ser esa situación para usted. Por supuesto que también sé que Armando siempre debe ser su prioridad, él es su hijo y así debe ser . Y yo no pretendo serlo, ser su nuera es un honor más que suficiente y esta situación no va a disminuir nuestro cariño, sino solo cambiarlo.

Don Roberto: -Nuerita, bienvenida a la familia.

Los primeros meses vivieron un noviazgo normal, vivían en la misma casa pero en diferentes habitaciones, por respeto a don Roberto, ni siquiera se atrevían a mantener relaciones sexuales en el hogar. Sus diabluras las hacían cuando salían de paseo, luego del cine o la cena.

Don Roberto estaba más que satisfecho por la relación de los dos tórtolos. Su hijo estaba madurando y a la niña, a la que todavía no le encontraban nombre, ya la sentía como su nieta.

El que no estaba muy feliz con esta situación era Mario Calderón. Definitivamente, había perdido a su amigo de juergas, y para colmo, según su visión, por un vástago que ni siquiera era de él.

Mario: -Es que extraño nuestras salidas de cacería. Nunca me imaginé que usted iba a ser padrastro tan joven.

Armando: -Padre, Calderón, de mi niña, soy su padre.

Mario: -Pero hermano, usted es el tigre de Bogotá... no me diga que le va a dar este final. Si al menos ese chino fuera suyo.

Armando: -Ya le dije, que esa niña es mi hija.

Mario: -¿Pero cómo que otro también le colaboró, no?

Armando: -Respete Calderón, porque me voy a ver en la obligación de botarlo de mi casa.

Mario: -Guarde el ogro, pero comprenda que va a perder su juventud y con tan sólo 25 años.

Betty escuchó esta conversación pero no se enojó, comprendía que en parte, Mario tenía razón. Amaba demasiado a Armando y se preguntaba si no era muy egoísta atarlo a una vida de responsabilidades, con una bebé que no era biológicamente suya. Intentó planteárselo a su novio.

Armando: -Escúchame, por favor. Yo elijo pasar cada minuto de mi vida contigo y con esa niña que me robó el corazón. Comprendo que todavía no es tiempo de casarnos, al menos, hasta que termines tu carrera, pero tengo una forma de demostrarte que lo nuestro va enserio.

Mi pequeña EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora