-The Beatles.
-Películas viejas.
-La naranja mecánica.
-Películas de miedo.
-Libros de aventura/amor.
-Escribir.
-Café.
-Emociones fuertes.
-Amor.
Son algunas de las cosas que mi mamá me dijo sobre mí en el viaje de regreso a la casa.
Me sorprendió conocer el significado de todas y cada una de esas palabras, y entenderlas aún más cuando estaban en conjunto, pero no tener algún recuerdo de mí escuchando música, de mí viendo una película vieja, de mí leyendo, de mí sintiendo algo fuerte, de mí sintiendo amor.
El chófer escuchó con atención todas y cada una de las anécdotas que contaba mi mamá en el camino, me pareció tan buena persona y tan amable que era inconcebible que pasara sus horas manejando un auto y no viviendo, e incluso enseñándoles a los demás a vivir.
La que más me gustó fue cuando mi mamá me explicó como supe que The Beatles iba a ser mi banda favorita desde el inicio de mi vida:
<<Un día mientras aún estaba en las primeras semanas de mi embarazo estaba manejando la camioneta que tenía en ése entonces, iba por una gran autopista y estaba atiborrada de automóviles, entonces decidí poner algo de música, porque ¿A quién no le gusta escuchar música en un viaje largo?, prendí el radio y los locutores habían decidido hacer un especial de las mejores bandas que ya no estaban en el momento, primero sonó Smells like teen spirit de Nirvana, seguido de esa canción sonó Bohemian rhapsody de Queen y luego sonó Help de The Beatles y entonces sentí que algo se movió dentro de mi vientre, eras tú hijo, desde mucho antes que conocieras al mundo ya estabas predestinado a amar esa banda de 4 hombres.>>
Me encantó que mi mamá supiera y tuviera conciencia de tantas cosas acerca de mí, eso me hizo pensar si así de unidos seríamos antes de mi accidente, porque ella conocía cada mínimo detalle sobre mí, conocía como caminaba, siempre empezando con el pie derecho, como leía las cosas pensando en cada palabra y como me asombraban hasta las más mínimas cosas del mundo.
Mi mamá era como un espejo parlante, y cada vez que hablaba, cada vez que su boca formaba una sonrisa, toda la tristeza, la confusión, todo lo malo dentro de mí, parecía coexistir en paz con todo el resto; éso sólo lo hacía mi madre, porque no hay amor más diáfano que el que una madre siente por su propio hijo.