PARTE DOS

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Poco a poco estirándome, mis ojos se abrieron y por un breve momento estuve confundida sobre dónde estaba. No era mi apartamento. Al despertar de mi sueño, el recuerdo de la jornada anterior y todo lo sucedido estaban regresando. Recordé haber sido invitada a la casa de Camila y de hecho pasar a la noche. Una parte de mí pensaba que todo había sido un sueño, pero viendo todo lo desconocido que me rodeaba me hizo darme cuenta de que había sido real.

Era temprano y no quería despertar a Camila o Lara, pero no estaba cansada ya. Así decidí ser silenciosa y levantarme. Tratando de hacer una mínima cantidad de ruido, me dirigí a la cocina y me serví un vaso de jugo de naranja. Me senté en un taburete en el mostrador de la cocina, mientras que miraba a mí alrededor. La nevera tenía fotos pegadas de la joven madre con su hija, así como dibujos de la niña. No pude evitar sonreír ya que todas las fotos eran absolutamente adorables.

De repente, escuché un ruido y casi derramé mi jugo cuando vi una pequeña sombra que se acercaba. Lara se frotaba los ojos adormilada. Al instante me sentí mal porque asumí que la había despertado después de todo.

"Hola, pequeña", susurré con cuidado y ella hizo un gesto sutil.

"Buenos días", respondió ella en voz baja.

"Buenos días", sonreí de nuevo. "¿Por qué estás despierta? Es sábado y puedes dormir hasta tarde."

"No podía dormir", la niña de seis años suspiró y se acercó. Sus brazos estaban levantados como ella se me acercó, señalando que quería que la tomara. Por supuesto que cumplí su deseo y la senté en mi regazo. El hecho de que ella todavía se sentía cómoda conmigo hizo que me corazón se hinchara.

"¿Por qué no puedes dormir?", le pregunté, pero ella sólo se encogió de hombros. "¿Tuviste un mal sueño?"

Esta vez ni siquiera se encogió de hombros, simplemente se quedó tranquila. Mi corazón hinchado de inmediato tomó una inmersión ante la idea de que yo tenía razón.

"¿Puedo beber un poco de jugo?", la de ojos avellanas desvió.

"Claro", le dije rápidamente y le entregué el vaso. Era muy adorable ver como hacía uso de sus dos manos para beber. Esperé  que terminara antes de acariciarle ligeramente el pelo. "Está bien si has tenido una pesadilla. Yo a veces también las tengo."

"¿En serio?" Levantó la vista y se encontró con mi mirada con incertidumbre.

"Sí", asentí. "Todo el mundo las tiene a veces. Pero ayuda si tú hablas sobre ellas. Al menos para mí, porque entonces ya no parecen tan feas una vez que se las contaste a alguien más. Así que si quieres, siempre puedes hablar conmigo, ¿De acuerdo?"

Con la esperanza de que mis palabras la harían razonar, dejé de hablar para que ella pensara mientras acariciaba el cabello de color marrón claro de una manera suave.

"En mi sueño los niños de la  escuela se burlaban de mí", Lara confesó mientras miraba hacia abajo.

"Eso es definitivamente un mal sueño", validé al instante para que se sintiera comprendida. "¿Por qué se estaban burlando de ti sin embargo?"

"Me llamaban nerd porque me gusta ir a la escuela y aprender", su voz se hizo más fuerte mientras hablaba.

"¿Ellos solamente hacen eso en tu sueño? ¿O eso realmente sucede en la escuela?" Tuve otra corazonada de que había algo más en su pesadilla.

"A veces se burlan de mí", admitió la niña y mi corazón se rompió un poco. Sus ojos se centraron en el mostrador decididos a no mirarme. No estaba segura de si estaba avergonzada, pero al parecer lo estaba.

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