PARTE TRECE

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Este fue sin duda uno de esos juegos que no iban a mi manera.

Aunque trato de dar mi mejor rendimiento en cada partido que he jugado, hoy fue un desastre. Todo el equipo estaba apagado y no pude ganar por mí misma. Estábamos jugando una buena temporada hasta aquí pero nuestro oponente, Houston Dash, controlaba el juego hasta ahora. Nuestra afición local no estaba contenta con nosotros, pero siguió animando para mantener vivo el espíritu. Estuvimos una hora y abajo por un gol.

El marcador por lo general no era un problema para mí. Yo era la máxima goleadora de la liga hasta ahora. Sin embargo, como todo en el fútbol, anotar también se basaba en el trabajo de equipo. Si no tenía la pelota o el pase correcto, era cada vez más difícil poner el balón en el fondo de la red. Mis niveles de frustración estaban subiendo y me habían metido en problemas antes. Yo no me enojaba tan fácilmente como en mi juventud pero estaba lejos de estar tan tranquila como los demás. Ese temperamento era parte de mí y mi juego. Fue un reto equilibrarlo pero lo maneje con tiempo.

Mientras que yo no quería pensar en ello demasiado, este era con seguridad un día en que extrañe a Lauren en el campo conmigo. Su estilo de juego siempre había estado perfectamente alineado con el mío. Ella había tenido la habilidad de pasarme la pelota no importando cuán pequeño era el espacio, o cuántos defensores estaban alrededor. Esa precisión que ella tenía había asegurado que sólo yo consiguiera la pelota.

Por supuesto que no era sólo yo. Ella había jugado así con todos los demás también y fue una gran pérdida para el equipo nacional en especial. Incluso después de todo este tiempo yo no podía evitarlo, pero deseaba que todavía estuviera jugando. Vivir en el pasado no llegaría a nada aunque- fue por eso que salí de él rápidamente para reenfocar.

Yo había obtenido algunas críticas, sobre todo cuando había sido más joven, sobre que yo era demasiado egoísta como jugadora. Por lo tanto, yo había trabajado en ser más una jugadora del equipo en los últimos años. Por alguna razón, no funcionó hoy e inconscientemente me transforme de nuevo en la enojada de diecisiete años que dribló alrededor de todo el mundo en su camino. Algunos no les gustaba, pero no me importaba en este momento. Uno de mis puntos fuertes era mi velocidad y lo usé para mi ventaja.

Di la señal a mis compañeras de enviar balones largos, no conseguí el primero. Pero la segunda vez que tuve la oportunidad, superé al jugador contrario fácilmente. Había dos defensores más que custodiaban el área de penal y mi cerebro se apagó durante esos momentos. Mi cuerpo parecía tomar decisiones más rápido de los que mi mente era capaz de procesar. Corriendo hacia los defensores a una velocidad tan alta, que era difícil para la mayoría de los otros jugadores hacer cualquier algo, me aproxime por la lateral por lo cual era famosa. Los defensores eran demasiado lentos para seguir el cambio rápido, pero sutil de dirección con la pelota. No dudé, pero di un tiro con mi pie izquierdo.

En cuestión de segundos vi la pelota volando sobre la mano del arquero, casi golpeando el arco, pero pasando. Un enorme peso fue levantado de mis hombros tan pronto como la multitud aplaudió ruidosamente y mis compañeras me abrazaron con alegría.

Fue la llamada de atención que habíamos necesitado par que los siguientes treinta minutos fuera una batalla. Al final, no hubo manera de conseguir otro gol y empataron a 1-1. Yo no estaba contenta con el resultado, pero no había nada que pudiera hacer al respecto ahora.

Este fin de semana fue difícil para mí de todos modos. Mis padres estaban en Nueva York de visita. De hecho, estaban en algún lugar de la multitud con Lara y tal vez eso también había provocado algo de mi viejo temperamento. Saliendo del campo, me acerqué al banco y bebí un poco de agua antes de que casi tirara la botella de agua.

Lauren estaba caminando hacia mí con una sonrisa cautelosa en su rostro. No la había visto desde esa conversación horrible sobre nosotras tomando un tiempo para pensar. Habíamos hablado por teléfono y enviado mensajes pero había mantenido su distancia como yo había querido. Al no verla a ella en más de una semana causó una explosión de mariposas en mi estómago. No podía negar que la extrañaba. Así que yo correspondí la sonrisa hasta que llegó.

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