Final 2: La redención

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Los días siguientes a la desaparición de Emikukis fueron una mezcla de tensión y miedo para Meica. Aunque había logrado su objetivo de mantener a Aquino a su lado, la culpa y el remordimiento comenzaron a erosionar su frágil tranquilidad. Se dio cuenta de que, en su intento desesperado por proteger su amor, había cruzado límites que jamás debió haber cruzado.

Una tarde, mientras observaba a Aquino desde la distancia, Meica notó algo en sus ojos: una tristeza profunda y una preocupación constante. Aunque él no sabía la verdad, la desaparición de sus amigas lo estaba afectando profundamente. Por primera vez, Meica se cuestionó si realmente había hecho lo correcto.

Una noche, incapaz de soportar más la culpa, Meica tomó una decisión difícil. Se dirigió a la casa de Aquino, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que lo que estaba a punto de hacer cambiaría sus vidas para siempre, pero también sabía que era lo correcto.

Aquino abrió la puerta, sorprendido al ver a Meica.

—Meica, ¿qué haces aquí tan tarde? —preguntó, preocupado.

—Aquino, necesitamos hablar. Hay algo que debo decirte —respondió Meica, su voz temblando.

Se sentaron en la sala, y Meica comenzó a contarle todo. Le confesó su obsesión, su miedo a perderlo, y los terribles actos que había cometido. Cada palabra era como una daga en su corazón, pero sabía que debía ser honesta.

Aquino la escuchó en silencio, su rostro reflejando una mezcla de shock y tristeza. Cuando Meica terminó, se hizo un largo silencio.

—Meica, no puedo creer que hayas hecho todo esto. —Su voz era baja, cargada de dolor.

—Lo sé, Aquino. Estoy tan arrepentida. Me doy cuenta ahora de lo equivocada que estaba. Solo quería proteger nuestro amor, pero todo lo que hice fue destruirlo. —Las lágrimas corrían por su rostro.

Aquino la miró durante un largo momento, luego suspiró.

—Tienes que entregarte a la policía, Meica. Es lo correcto. Pero... también buscaré ayudarte. Necesitas ayuda para superar esto.

Al día siguiente, Meica y Aquino se dirigieron juntos a la comisaría. Meica se entregó, confesando todos sus crímenes. Fue un proceso doloroso, pero también liberador. Aquino, a pesar del dolor, permaneció a su lado, apoyándola en cada paso.

Meica fue sentenciada a cumplir tiempo en una institución mental para recibir tratamiento. Durante su tiempo allí, trabajó incansablemente para entender sus acciones y encontrar una manera de redimirse. Participó en terapias y programas de rehabilitación, determinada a sanar y convertirse en una mejor persona.

Aquino la visitaba regularmente, ofreciéndole su apoyo y recordándole que, a pesar de todo, aún había esperanza para ella. Poco a poco, Meica comenzó a cambiar. La oscuridad que había dominado su vida empezó a disiparse, y en su lugar, nació una nueva comprensión y arrepentimiento genuino.

Epílogo

Cinco años después, Meica fue liberada de la institución mental. Había cambiado profundamente, y aunque las cicatrices de su pasado nunca desaparecerían por completo, estaba decidida a vivir una vida mejor. Aquino la recibió con una sonrisa, habiendo encontrado en su corazón el perdón.

—Bienvenida de vuelta, Meica —dijo, abrazándola.

—Gracias, Aquino. No sé qué hubiera hecho sin ti —respondió Meica, sintiendo una nueva esperanza florecer en su corazón.

A partir de ese día, Meica dedicó su vida a ayudar a otros que, como ella, habían perdido su camino. Trabajó como consejera en la misma institución que la había ayudado a sanar, utilizando su experiencia para guiar a otros hacia la redención.

Aunque su camino había estado lleno de oscuridad, Meica encontró la luz en su redención y en el amor verdadero que Aquino le había mostrado. Juntos, enfrentaron el futuro, sabiendo que, aunque no podían cambiar el pasado, podían construir un nuevo comienzo lleno de esperanza y amor.
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Meica tuvo un final "feliz"

Pero que hubiera pasado si Meica no hubiera sido descubierta

Jeje...
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Amor en la oscuridad: Meica X AquinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora