Parte 5

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CONTINUAMOS.


Volvía esa pesada sensación a sus ojos, un largo descanso trató de reponer desde que se quedó dormido en el sofá de la sala, rodeado de las oscuras sombras de la noche, muy poco tiempo pero bastaba con eso.

El sonido de su alarma apegada a su bolsillo emitiendo cortas vibraciones en su pierna le hizo abrir sus ojos con pesadez, hace mucho que no sentía su cuerpo tan cansado y caliente, con tan pocas energías para levantarse y hacer lo primero que llegara por su mente.

Daban las cinco de la mañana, la hora exacta en la que se levantaba para preparar la refacción de su hijo, dejar a la mano el uniforme de la escuela y cocinar algo, todas esas tareas mientras su cuerpo reaccionaba débilmente, ¿Por que estaban tan bajas sus fuerzas?.

Lo último que pudo recordar es haber llegado a casa muy cansado y acabado, la lluvia irrumpiendo contra su casa y el frío sereno.

Cerca de la hora de levantarse de su hijo, ___ retomaba asiento sobre el sofá donde se había quedado dormido. En unos instantes llegaron los recuerdos de anoche o al menos los que pudo volver a ver, imágenes borrosas pero nada confusas.

Había bajado al infierno, tierra de las tinieblas. Reencontrarse con una vieja amiga que no había visto durante muchos años y aún si parecía que todo estaba arreglado, lo último que pensó que jamás pasaría al fin le ocurrió.

— Vaya noche.

El día estaría menos cargado.

El resto de los minutos serían suficientes para ___, desde tomarse una cálida ducha y ponerse otro estilo de ropa, camisa blanca, un pantalón negro y no podía faltar otro saco, que al menos si logrará combinar con su vestimenta, por el momento no tenía pensado salir en otra parte.

Todos sus deberes fueron hechos el día de ayer para quedarse unas horas libre y descansar en su casa, pasar tiempo con Eitan luego de que saliera de la escuela, por mientras se ocuparía con la limpieza.

— ¡Buenos días papá!.

Gritaba el niño muy animado bajando las escaleras.

— ¿Eitan? Ya era hora de que te levantarás — Estaba sentado frente a la mesa.

— Perdón si tarde — el chico se sienta en unas de las sillas frente al plato de comida.

— Cuando termines ve a cambiarte y luego nos iremos.

— Pá... Sobre eso, yo quería decirte algo — dice con una sonrisa, junto a un rubor en sus mejillas.

Fue muy curioso su expresión, su padre dejó por un lado lo que estaba haciendo por mientras le prestaba la atención a su hijo.

— ¿Si?.

— A ti... ¿No te molestaría si yo me voy caminando de ahora en adelante a la escuela? Es que hice... Hice una amiga.

Hace poco había leído una carta dedicada a una chica, esa carta fue escrita por las propias manos de su hijo y aunque ya tenía unos días de haber sucedido, a ___ aún le preocupaba un poco eso, con quién se estaba relacionando su hijo.

Lo que su hijo quería no tenía nada de malo, en algún momento no podría ir a dejarlo y estaba seguro que tal vez era el momento de confiar en su hijo y que de ahora en adelante caminara libremente hacia su escuela.

¿𝗣𝗢𝗥 𝗤𝗨𝗘 𝗢𝗗𝗜𝗔𝗥𝗧𝗘? T2. ArmageddonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora