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GP de Monza
Carrera

María irrumpe en mi habitación con un golpe en la puerta, llamándome con urgencia.

—Tienes que ir a la salida de pilotos —anuncia.

—Voy —respondo, saliendo sin mucho entusiasmo y caminando por el paddock hacia donde se congregan los demás. Me uno al grupo justo a tiempo, charlando animadamente con Albon y Logan sobre anécdotas recientes.

Una voz masculina nos indica que podemos avanzar. Los pilotos comienzan a salir en fila hacia el camión que nos llevará a dar una vuelta por el circuito. Durante el trayecto, las conversaciones entre colegas surgen de forma natural y amigable. En este momento, me encuentro inmersa en una agradable charla con Fernando y Max.

—Hola —saluda Carlos, apoyándose casualmente en la barra del camión mientras me observa cuando me quedo sola.

—Hola, Carlos —respondo con una sonrisa.

—¿Qué tal? ¿Nerviosa? —pregunta con interés genuino.

—Un poco, ¿no? Como en todas las carreras. Y si puedo adelantar a Charles o a ti, lo haré. Siento que estéis en casa con Ferrari —confieso, totalmente sincera. —¿Y tú? ¡Hiciste pole, Carlos! —exclamo con alegría, dándole un golpecito en el hombro.

Carlos sonríe ampliamente antes de responder:

—Nervioso y contento. El ambiente aquí con la escudería es único, y espero poder darles una alegría a los seguidores de Ferrari. Aunque creo que será difícil parar a Max.

—Sí, yo también lo creo. El Red Bull va muy bien aquí —confirmo, asintiendo.

—Se intentará —dice en tono alentador.

Le doy un apretón en el hombro en señal de apoyo, y una periodista lo llama para hacerle una mini-entrevista. Quedo sola de nuevo y aprovecho para saludar a los fans que gritan desde las gradas.

—¿Todo bien?

—Sí —responde brevemente. —¿Y tú?

—También —dice, apoyándose en la barra del camión para saludar a los fans con una sonrisa. —¿Te hiciste algo nuevo hoy? Porque estás guapísima —añade, haciéndose el desentendido.

Me esfuerzo por contener una sonrisa bobalicona.

—Probé maquillaje nuevo de una marca, ¿será eso? Y me pinté los labios de rojo —digo como si no fuera obvio.

—Me di cuenta —responde, mordiéndose el labio mientras mira los míos. —¿Rojo Ferrari? —pregunta con una sonrisa juguetona.

—Rojo, Audi, Charles —respondo, provocando una risa en él y una sonrisa en mí. —¿Quién diseña los monos que lleváis este fin de semana? —pregunto después de un breve silencio.

—No lo sé. ¿No te gustan? —responde frunciendo el ceño.

—Si después de la carrera vais a ir a despachar a un McDonald's, son apropiados —bromeo, soltando una risa propia.

—Carlos, ¿sabes qué dice de nuestros trajes? —pregunta Charles, uniendo a su compañero de equipo en la conversación.

—¿Qué? —responde Carlos.

—¡Que parecen para ir a trabajar al McDonald's! —exclama Charles, con un tono indignado que me hace reír de nuevo.

—Tienes envidia porque en Audi no os hacen unos tan guapos —dice Carlos en apoyo a su compañero, mientras yo ruedo los ojos ante su complicidad.

Racing Hearts | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora