1.- Quiero el divorcio.

394 33 4
                                    

En la vida nos enseñan que todo es un proceso largo: cumples tus sueños, alcanzas una carrera y, finalmente, la culminación de todo es el matrimonio, como si fuera la conclusión perfecta de una vida plena. Jeon Jungkook y Park Jimin se casaron a la temprana edad de 20 y 18 años, respectivamente. Ambos habían descubierto su sexualidad en la secundaria, y lo que había iniciado como una tierna relación a escondidas terminó en un matrimonio joven y apresurado.

Jungkook, siempre un hombre centrado y, sobre todo, inteligente, amaba a Jimin con todo su corazón. Sin embargo, algo que no podía soportar era la codependencia de su pareja. Desde su corto noviazgo, Jungkook se dio cuenta de que la dependencia emocional de Jimin hacia él era un problema que debían abordar. Ingenuamente, pensó que el matrimonio aliviaría esta situación y que, con el tiempo, encontrarían un equilibrio.

Pasaron cinco años. Jungkook, con esfuerzo y dedicación, logró abrir su propio despacho como abogado. Su carrera despegaba y se sentía realizado profesionalmente. Jimin, por su parte, seguía a su lado, pero no de la manera que Jungkook esperaba.

No es que fuera malo que Jimin lo apoyara, pero la realidad era que el joven no tenía otra ambición en la vida más que estar con Jungkook. Sí, Jimin había terminado su carrera universitaria, pero no la ejercía. Sus amigos ya no le interesaban; su mundo entero giraba alrededor de Jungkook.

A veces, Jungkook se sentía atrapado. Siempre tenía que llegar temprano a casa para que Jimin no se sintiera solo o sufriera uno de sus típicos ataques de ansiedad. Salir con amigos o colegas se había vuelto complicado porque Jimin se ponía nervioso si no lo incluían. Incluso, Jimin había renunciado al baile, algo que amaba, solo para estar siempre cerca de Jungkook. Ya no podía ni siquiera servirse un vaso de agua sin llamarlo primero. A veces, Jimin llegaba a amenazarlo con hacerse daño si Jungkook no atendía sus llamadas o llegaba tarde a casa.

Una noche, mientras cenaban en silencio, Jungkook no pudo evitar pensar: "¿Es esto lo que quiero para el resto de mi vida?". Ya no sabía si amaba a Jimin, ser el centro del universo de alguien comenzaba a pasarle factura.

Jungkook suspiró pesadamente, hundido en el sillón frente a su terapeuta. Era la quinta o sexta sesión, ya había perdido la cuenta. Con voz firme pero cargada de cansancio, soltó:

—Quiero divorciarme de él.

La mujer frente a él, su terapeuta, lo miró con atención. Había escuchado esas palabras antes, pero esta vez sonaban diferentes.

—Apenas has venido unas pocas veces, Jungkook —respondió ella con calma—. Creo que deberías esperar y ver cómo la terapia puede ayudar a tu matrimonio.

Jungkook negó con la cabeza, su mirada fija en un punto invisible.

—No quiero mejorar mi matrimonio. Quiero el divorcio. Quiero ser libre.

La terapeuta se inclinó hacia adelante, sus ojos buscando los de Jungkook.

—¿Ya no lo amas?

—No es eso —murmuró él, evitando su mirada.

—Jungkook —comenzó ella con voz suave pero firme—, el síndrome de codependencia es un trastorno que se da por múltiples factores, ya sea por un grave trauma u otras razones. Es una enfermedad, pero es curable. Si tan solo pusieras el mismo empeño que está poniendo a Jimin...

—¿Para qué? —interrumpió Jungkook, su voz elevándose—. ¿Para qué después de unos meses vuelva a lo mismo? ¿A atragantarse de antidepresivos y apegarse a mí? Ya no lo pienso tolerar.

La mujer lo observó con sospecha. La pareja era más que conocida para ella; los había estado tratando por casi un año. Eran jóvenes, apenas llevaban cinco años de matrimonio. Pero conocía más a Jimin, el pobre chico había tenido una vida dura. Ella había sido su terapeuta desde joven: trastorno de personalidad dependiente y TOC eran sus diagnósticos. Incluso recordaba haber sonreído feliz al saber que se casaría. Pero ahora, esto...

—Para dar ese paso debes estar completamente seguro —advirtió.

—Lo estoy. Ahora lo estoy —afirmó Jungkook con determinación.

—Veo entonces que no me necesitas más —concluyó la mujer.

—No, no es tan fácil —Jungkook se pasó una mano por el cabello, frustrado—. Le he pedido a Jimin el divorcio en varias ocasiones.

—¿Se niega? —preguntó la terapeuta.

—Sí. Mira, quizás pienses que soy un idiota, pero ya no aguanto esto. Ya no puedo más.

—¿Qué se supone que quieres que haga, Jungkook?

Jungkook la miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de desesperación y determinación. —Tú eres su terapeuta desde hace años. Necesito que me ayudes. Él se niega a darme el divorcio.

Jungkook tomó aire antes de continuar:

—He hecho de todo para que acepte. Lo he tratado mal, incluso he llegado a serle infiel. Pero él se niega. Incluso cuando me vio con otra mujer en mi oficina, nos vio besándonos, y no le importó. Me esperó en la casa como si nada hubiera pasado.

La terapeuta lo miró con asombro y preocupación.

—¿Le has sido infiel a Jimin? ¿Cuántas veces?

Jungkook suspiró profundamente.

—Muchas.

—Entonces, ¿ya no lo amas?

Jungkook lo pensó unos segundos. ¿Ya no amaba a Jimin? No podría saberlo con certeza, pero el malestar de vivir en esa pesadilla, según él, era más grande que cualquier otro sentimiento.

—No. Ya no lo amo.

La terapeuta asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Jimin, además de ser su paciente, era su amigo. Quería que fuera feliz. Mirando al hombre frente a ella, después de escuchar que había sido infiel a su amigo muchas veces, comprendió que la felicidad de Jimin ya no estaba al lado de aquel hombre.

—¿Has oído acerca de la terapia de choque, Jungkook?

—¿Terapia de choque? ¿Qué es eso? —preguntó intrigado.

—Dentro del mundo de la neurociencia, se utiliza para tratar el trastorno depresivo u otras enfermedades, induciendo convulsiones u otros estados cerebrales extremos mediante analgesia o conductos eléctricos.

—No dejaré que Jimin se someta a eso —dijo Jungkook alterado.

—La terapia de choque en psicología tiene un aspecto similar: hacemos que los pacientes se enfrenten a situaciones que no podrían enfrentar normalmente, enfrentando el problema de frente.

—¿Quieres que Jimin me vea con alguien? Te he dicho que ya me ha visto y no le ha importado.

—Claro que le ha importado, pero supongo que no reaccionó para no perderte. —Jungkook suspiró; ella tenía razón. Jimin haría lo que fuera para que no lo dejara, incluso tragarse su orgullo.

—Entonces, ¿Cómo podrá ayudarme esa terapia si Jimin no reaccionará si me ve con alguien?

—Sabes que Jimin tiene TOC, ¿verdad?

—Sí, lo sé.

—Estoy segura de que Jimin debió caer en un estado de depresión al enterarse de tus múltiples engaños, pero se aguantó todo ese enojo porque su codependencia hacia ti es más grande. Además, también te conozco. Supongo que dejaste que Jimin te viera abrazado e incluso besando a mujeres, pero debes ir más allá, Jungkook. Debes presentar una situación en la que Jimin no aguante más y decida irse de esta relación. Un golpe fundamental para que no haya vuelta atrás. Por eso... —suspiró la mujer— te pregunto, Jungkook, ¿estás seguro de lo que vas a hacer? Porque cuando esto ocurra, Jimin no querrá volver a verte nunca.

Jungkook sintió una presión en su corazón. Pensó en sus primeros meses de noviazgo y matrimonio. ¿Valía la pena su libertad? Después de meditarlo un tiempo, respondió: —Lo haré.

La mujer suspiró, cansada, y finalmente dijo:

—Bien, Jungkook. Esto es lo que harás...

Mientras le explicaba el plan, solo esperaba haber hecho lo correcto. Quizás, después de esto, después de decirle adiós a esa codependencia hacia Jungkook, Jimin volvería a ser libre. Pero el costo sería alto, muy alto para ambos.



TERAPIA DE CHOQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora