La noche se cernía sobre la casa, envolviendo cada rincón en una oscuridad opresiva. Jimin lo sentía en sus huesos, el frío intensificándose con cada minuto que pasaba. La soledad de las habitaciones vacías parecía burlarse de él, quemando su interior con una angustia insoportable.
Sentado al borde de la cama, Jimin respiraba entrecortadamente, su mirada fija en el celular que sostenía con manos temblorosas. Sus dedos se movían automáticamente hacia su boca, mordisqueando las uñas ya gastadas hasta la carne. Observó el último mensaje que había enviado hace exactamente 7 minutos y 42 segundos; lo sabía con precisión porque había estado contando cada instante desde que lo envió.
"¿Dónde estás? Por favor, responde. Te necesito."
La marca de "entregado" brillaba en la pantalla, una burla silenciosa a su desesperación. Miles de imágenes invadían su mente en un torbellino incesante. Una escena en particular se repetía con claridad dolorosa: su esposo y la secretaria, en la oficina, sus cuerpos entrelazados en un abrazo apasionado.
Jimin sacudió la cabeza violentamente, intentando desterrar la visión. Su corazón latía desbocado, y el aire parecía escasear en la habitación. Un impulso repentino lo invadió: quería agarrar las llaves del auto y conducir hasta la oficina. Pero no podía. Nunca había aprendido a manejar.
"Mi esposo me llevará a todas partes", se había dicho años atrás, rechazando las clases de manejo. Ahora, esa decisión lo hacía sentirse atrapado, inútil, completamente a merced de un hombre que parecía estar alejándose cada vez más.
La ansiedad creciente lo impulsó a marcar nuevamente. Sus dedos temblaban mientras pulsaba cada número, repitiéndolos en voz baja. Una, dos, tres veces verificó la secuencia antes de presionar "llamar".
El tono de espera resonaba en sus oídos, cada segundo una eternidad.
—Por favor, contesta. Por favor, por favor, por favor —murmuraba, sus nudillos blancos de tanto apretar el teléfono.
Pero una vez más, solo encontró la fría voz del contestador automático.
Jimin dejó caer el celular sobre la cama, sus ojos nublados por las lágrimas contenidas. Se levantó de un salto y comenzó a caminar en círculos por la habitación, contando sus pasos en voz baja. Uno, dos, tres... hasta diez, y luego volvía a empezar. El ritual familiar le ofrecía un mínimo consuelo, una ilusión de control en medio del caos de sus emociones.
Su mente no cesaba de girar. ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba herido? ¿O tal vez simplemente ya no lo quería? ¿Qué haría sin él? La idea de estar solo, de perder al centro de su universo, lo llenaba de un terror paralizante.
Volvió a la cama, tomó el celular y comenzó a revisar frenéticamente las redes sociales de su esposo. Cada foto, cada publicación, cada interacción era minuciosamente analizada, buscando algún indicio de desinterés o, peor aún, de otra persona.
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TERAPIA DE CHOQUE
FanfictionDonde Jungkook quiere divorciarse de Jimin como sea cansado de su codepencia sin saber que después de lograr su objetivo el costo seria muy alto . Jungkook desearía nunca haber sometido a Jimin a la Terapia de choque.