4.-Reencontrandome

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El cielo nocturno de Seúl se extendió como un manto oscuro sobre la ciudad cuando Jungkook finalmente llegó a casa. El reloj del tablero marcaba las 9:57 pm, y el silencio que reinaba en el vecindario solo era interrumpido por el suave ronroneo del motor de su auto.

Con un suspiro pesado, Jungkook apagó el motor y se quedó sentado, mirando fijamente la fachada de la casa que compartía con Jimin. Las luces estaban apagadas, y por un momento, se preguntó si su esposo estaría en casa o si habría salido, incapaz de soportar la tensión que se había instalado entre ellos en los últimos meses.

"Este es el primer paso", se dijo a sí mismo, tratando de reunir el coraje necesario para salir del auto. Sabía que lo que estaba a punto de hacer cambiaría sus vidas para siempre, pero una pequeña voz en el fondo de su mente seguía susurrándole que quizás no era lo correcto.

Jungkook cerró los ojos, permitiéndose recordar los primeros días de su relación con Jimin. El brillo en los ojos del mayor cuando se conocieron, la emoción de su primera cita, el nerviosismo dulce de su primer beso bajo la lluvia de primavera. Recordó la forma en que su corazón latía desenfrenadamente cada vez que Jimin le sonreía, y cómo, sin darse cuenta, se había enamorado perdidamente de él.

El amor que sintió por Jimin fue tan profundo, tan intenso, que no dudó ni un segundo cuando decidió proponerle matrimonio. Aún podía recordar la expresión de sorpresa y felicidad en el rostro de Jimin cuando se arrodilló frente a él en aquel restaurante elegante, con un anillo en la mano y el corazón en la garganta.

Pero ahora, cinco años después, esa relación que una vez fue el centro de su universo se sintió desgastada, vacía. Ya no quedaba nada de la chispa que los unió, y Jungkook se encontraba preguntándose en qué momento exacto las cosas habían comenzado a desmoronarse.

Frustrado, sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos. No era el momento de dudar, se dijo. Había tomado una decisión y debía seguir adelante con ella. "Es lo mejor para Jimin y para mí", murmuró, como si al decirlo en voz alta pudiera convencerse a sí mismo.

Después de treinta minutos de reflexión en la soledad de su auto, Jungkook finalmente reunió el valor para salir. El aire fresco de la noche le golpeó el rostro, trayéndole una momentánea claridad. Mientras caminaba hacia la puerta principal, repasó mentalmente los posibles escenarios que podría encontrar dentro.

Quizás Jimin estaría esperándolo en el sofá, con los ojos enrojecidos por el llanto y una mirada de decepción que le partiría el alma. O tal vez lo recibiría con gritos e insultos, dejando salir toda la frustración y el dolor acumulado. También existía la posibilidad de que Jimin se arrodillara frente a él, rogándole que no lo dejara, que le diera otra oportunidad a su matrimonio.

Jungkook tomó una respiración profunda, preparándose para cualquiera de estas posibilidades. Con mano temblorosa, introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta.

El interior de la casa estaba sumido en la oscuridad y un silencio inquietante. Jungkook avanzó con cautela, encendiendo las luces a su paso. La sala de estar, normalmente cálida y acogedora, ahora le parece fría y extraña. No había señales de Jimin por ninguna parte.

Un escalofrío recorrió su espalda mientras se dirigía al comedor. La mesa donde solían compartir sus cenas estaba vacía, sin rastros de que alguien había estado allí recientemente. La inquietud comenzó a crecer en su pecho, y antes de darse cuenta, estaba corriendo hacia la habitación que compartían.

—¡Jimin! —gritó, con el corazón latiendo desbocado en su pecho. Un pensamiento terrible cruzó por su mente: ¿Y si Jimin había hecho algo drástico? ¿Y si el dolor de su traición lo había llevado a...?

TERAPIA DE CHOQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora