DOMINGO

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Quedaba un solo día para que terminaran nuestras vacaciones, si no es que ya habían acabado. El reloj marcaba las 2:30.

Todos saltamos de nuestros asientos asustados.

Las luces empezaron a parpadear rápido. Corrimos hacia la puerta, estaba atascada, pero sin dejar de intentar logramos abrirla y salimos los tres.

"Las llaves, ¿dónde están las llaves, Elías?" pregunté agitada y con miedo.

"Creo que las dejé adentro," contestó Elías preocupado.

Lo único en lo que pensamos en ese instante fue en correr hacia el bosque.

Corrimos no muy lejos, desde esa distancia aún se miraba la luz del foco que estaba fuera de la cabaña.

Resultó que Elías nos traicionó. Sí traía las llaves consigo, solo esperó a que nosotras nos adentráramos en el bosque y él salió, encendió el auto y se marchó.

Nosotras dos estábamos asustadas y a punto del llanto. Yo no sabía dónde estaba Elías.

"¡Elías, Elías, ¿dónde estás?!" comenzamos a gritarle.

Cuando volteé, Ava ya no estaba junto a mí. No sé en qué momento se alejó tanto.

A lo lejos oí un grito. Era Ava. Corrí para verla. Ava estaba llena de sangre, estaba muerta. Yo me estaba volviendo loca, sentía miedo, estaba aterrada, tenía impotencia por no saber qué hacer.

Elías, por su parte, creía que podría escapar pero mientras conducía la carretera. Su volante empezó a descontrolarse, quiso frenar pero el freno no funcionaba y su coche terminó volcándose, cayendo al vacío.

Mientras yo estaba en el bosque con lágrimas en los ojos por la muerte de mi amiga, decidí volver a la cabaña. No era difícil, puesto que la luz me guiaba. Al llegar al punto de partida, me percaté de que Elías se había ido, nos había abandonado. Sentí que era mi final.

Hasta que vi un coche acercarse.

"Elías, ¿volviste?" dije ilusionada.

Pero no era Elías, era mi padre quien había recibido mi recado.

Mi padre bajó del coche. Lo abracé fuerte.

"Vámonos, papá, vámonos de aquí," dije.

"¿Qué pasó, hija? ¿Dónde están tus amigos?"

"Te explico después, vámonos por favor."

Mi papá arrancó el coche.

Al llegar a casa, se armó un escándalo. Había mucha gente queriéndome entrevistar por lo sucedido e incluso llegué a salir en el periódico. Llegaron las patrullas a mi casa queriendo arrestarme.

Pero no acabé en la cárcel amigos,  acabé en un psiquiátrico.

Resulta que nadie creyó mi historia de la ouija. Todos pensaron que maté a mi mejor amiga a sangre fría y que Elías volcó su coche al intentar huir de mí.

Ava y Elías recibieron un castigo por parte del juego. Ava por encontrar el juego y Elías por romper una regla.

Yo no rompí ninguna regla, pero aún así recibí una condena que me acompañará toda la vida.

"Esperen, ¿no cerramos el portal?"

Fin.

Basada en hechos reales.

LA OUIJA : EL JUEGO PROHIBIDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora