______¿Alteza?

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Astrid Stark

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Astrid Stark

El eco de mis botas retumbaban mientras bajaba a toda velocidad las escaleras del edificio, el Cap había salido tras ellos con una rapidez que yo no alcanzaba así que decidí usar las increíbles escaleras. Volar no era una opción, Pepper me mataría si aparecía en las noticias como “La hija de Tony Stark causando caos aéreo”

En el estacionamiento, una anciana estaba ocupada metiendo sus compras en la cajuela de su auto.
—Señora, lo siento, pero voy a tener que llevarme su vehículo —dije rápidamente, abriendo la puerta del conductor— No se preocupe, se lo compensare con un Lamborghini.

—¡¿Qué…?! —la mujer apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que yo encendiera el motor. Con un reflejo sorprendente, me lanzó un tomate estrellandose en la
ventana—

-Buen tiro. —murmuré limpiando la mancha roja con el parabrisas—

Metí el pie a fondo en el acelerador tratando de alcanzarlo.
Al ver el desastre de autos volcados en la autopista, supe exactamente quién era el culpable.

—Mierda Rogers...—murmuré para mí misma, mientras lo veía a lo lejos corriendo como un maniático—

Me acerqué al borde del camino, acelerando hasta que llegué a su lado y pité.
—¡Steve!

—¡Acelera! —gritó él, saltando dentro del auto con una agilidad envidiable—

Esquivé todos los autos como podía. El claxon y los insultos de otros conductores retumbaban a mi alrededor

—¡Oigan! ¡Fuera del camino! —gritaba Steve desde el asiento del copiloto, agitando los brazos hacia los coches—

—¿Eso está funcionando? —pregunté con una ceja alzada, girando el volante a toda velocidad para evitar un choque.

—No... —admitió él, jadeando—

De pronto, vi al hombre de traje negro, el mismo que había estado persiguiendo a Steve, trepar sobre el capó del auto con una facilidad escalofriante.

—¿Y este hijo de…?

—¡Lenguaje! —me interrumpió Steve, lanzando su escudo por la ventana en un intento de derribar al intruso-

—¡Sujétate! —le grité, girando el volante bruscamente para chocar contra un auto patrulla. El impacto hizo que el sujeto se tambaleara, pero seguía aferrado con
fuerza—

—¡Sigo detrás de ustedes! —anunció Sam por el comunicador. Lo vi por el retrovisor, surcando el aire con sus alas mecánicas—

—¡Haz algo útil, Sam! —grité, esquivando otra patrulla que intentaba cerrarnos el
paso—

—¡Lo intento!

Una nueva explosión resonó a nuestras espaldas. El auto vibró con violencia y, al mirar por el espejo, vi cómo el hombre del brazo metálico tomaba una moto con una mano y la maniobraba como si no pesara más que una bicicleta.

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