_______Jodido.

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El agua caliente resbalaba por su piel, arrastrando el cansancio acumulado en cada músculo, pero sin lograr disipar la tensión que lo había perseguido todo el maldito día

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El agua caliente resbalaba por su piel, arrastrando el cansancio acumulado en cada músculo, pero sin lograr disipar la tensión que lo había perseguido todo el maldito día. Bucky inclinó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras el vapor llenaba la ducha, envolviéndolo en una sensación efímera de calma.

Había despertado con la idea de buscar a Astrid.

Pero no la había encontrado.

La había buscado en la cocina, en el laboratorio, en la sala común. Incluso pasó por la azotea, con la absurda esperanza de verla allí, disfrutando de la brisa nocturna. Nada. Era como si se hubiera desvanecido en el aire.

Frustrado, terminó en el gimnasio, donde golpeó el saco de arena hasta que sus nudillos ardieron y sus pulmones quemaban por la falta de aire.

Y ahora, tenía que asistir a una de las malditas fiestas de Tony.

Apagó el agua con un gruñido y salió de la ducha, secándose el cabello con movimientos bruscos. No le gustaban esas reuniones llenas de políticos y empresarios con trajes caros, fingiendo que les importaba el trabajo de los Vengadores cuando, en realidad, solo querían asegurarse de que siguieran bajo su control.

Se vistió sin prisa, optando por un traje negro con una camisa oscura. No se molestó en abotonarla completamente, dejando el cuello ligeramente abierto. Con un suspiro resignado, tomó su chaqueta antes de salir de la habitación.

Cuando llegó al salón principal de la Torre, la fiesta ya había comenzado. El lugar estaba iluminado con luces cálidas que reflejaban en los enormes ventanales, con la ciudad de Nueva York extendiéndose detrás como un lienzo de neón y acero. La música flotaba en el aire, una mezcla elegante y moderna que encajaba perfectamente con la ostentación de la noche.

—Creí que ibas a saltarte esta -dijo Sam, apareciendo a su lado con un vaso en la mano—

—No me dieron opción.

—Bienvenido al club, entonces —intervino Steve dándole una palmada en el hombro—

Bucky se limitó a asentir, escuchando la conversación de Steve y Sam sin mucho ánimo para socializar. Su mirada recorrió el salón de forma automática, hasta que se encontró buscándola sin siquiera darse cuenta.

—Vi a Astrid hace un rato organizando a los meseros. —Dijo Steve interrumpiendo al notar como la buscaba con la mirada— Probablemente sigue en eso. Por si necesitabas saber.

Y entonces antes de que pudiera responder, como si el universo quisiera demostrarlo, la vio.

Astrid bajaba las escaleras con la elegancia natural de alguien que pertenecía a ese mundo de política y poder. Su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros, y el vestido que llevaba se ceñía a su figura de una manera que hacía que fuera imposible no mirarla.

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