Capítulo 5

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Draco estaba sentado en el extremo de uno de los patios de Hogwarts rodeado de otros Slytherins. Siempre se reunían allí esos días en que no llovía para escapar de las paredes monótonas de su Sala Común. Draco nunca había entendido por qué. Allí había muy poca sombra en el verano y ninguna protección del viento en invierno. Enredaderas de hojas retorcidas rodeaban los pilares que estaban alrededor del espacio. Frecuentemente, esto le hacía recordar un patio de la Mansión, uno de los lugares en los que activamente intentaba no pensar, si podía evitarlo... se encontró a sí mismo deseando sentarse en algún otro lugar, con otra gente.

Hoy estaba muy soleado, pero cuando miró alrededor, Draco se dio cuenta de que todo se sentía como nublado por los extremos.

Supuso que debía intentar entender la razón, pero luego miró entre dos pilares hacia donde había césped y tuvo un vistazo de una cabellera desordenada y oscura. Potter y sus amigos justo acababan de salir del castillo. Granger y Weasley se veían como si estuvieran discutiendo por algo, Potter iba un paso tras ellos, miraba un viejo pedazo de pergamino.

'No me extraña que saque esas notas de mierda si así es que entrega sus tareas' pensó Draco. El trío había encontrado un lugar sombreado en la grama y se sentó, justo frente a la línea visual de Draco. Potter aún miraba su pergamino, pero de repente se congeló, un segundo después, miró derecho hacia donde estaba Draco.

Draco entrecerró sus ojos. Potter tenía una sonrisa estúpida en su rostro, se ruborizó, y luego apartó la mirada. 'Bastardo' gruñó Draco para sí. No tenía derecho de sentarse allí, mirándolo así, mientras Draco estaba en una banca incómoda, cansado, irritado y deseando que sus amigos se callaran de una buena vez. Si Potter no paraba de mirarlo a cada segundo, Draco iba a lanzarse hacia él y besaría esa estúpida sonrisa en su estúpida cara.

Esperen, ¿Qué?

A darle puñetazos, quiso decir, que lo iba a agarrar a puñetazos otra vez. Draco se precipitó a revisar si sus amigos habían oído de alguna manera la dirección ridícula que había tomado su pensamiento, pero nadie le estaba prestando atención. Miró de lado a Potter otra vez, quien ni siquiera tuvo la decencia de lucir avergonzado cuando Draco lo atrapó mirándolo. Más bien le sonrió, y Draco se sintió horrorizado cuando una sensación extraña creció en su interior, como si su estómago saltara. Luego, sintió una necesidad incómoda y urgente de acercarse a Potter. Merlín, ¿qué carajos le pasaba?

-Me tengo que ir –le anunció a sus amigos parándose apurado. Alguien dijo algo, le preguntó tal vez a dónde iba, pero él solo se colgó su bolso en el hombro y se fue derecho al castillo sin responder.

No se iba a sentar allí como un idiota y sentir cosas extrañas mientras miraba al maldito Harry Potter.

Cuando llegó a las escaleras del castillo, hizo una pausa y miró sobre su hombro. Potter se había puesto de pie, se estaba dirigiendo a la misma dirección por donde salió Draco, y justo así, la tensión lo abandonó. Entró al interior y se apresuró por los corredores, preguntándose si Potter lo atraparía antes de que sonara la próxima campana.

-*-

Un sonido de traqueteó despertó a Harry el martes en la mañana. Había olvidado cerrar las cortinas la noche anterior, el sol de la primera hora de la mañana entraba libre por la ventana. Se enterró más en su almohada, esperando que se fuera, exhaló suavemente el reconfortante olor de jazmines que entró por su nariz.

Se sentía cansado, estiró sus piernas e intentó recordar por qué se fue a la cama tan temprano.

Cuando un pie rozó su pierna que definitivamente no era suyo, sus ojos se abrieron de repente, el whisky de fuego y las confesiones, todo le llegó a la mente.

Por un Bien MayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora