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Hice puño, sintiendo cómo el papel se arrugaba entre mis dedos. Gesto que no pasó desapercibido para Chanyeol, quien me miró de reojo.

—No iré.

Chanyeol se acomodó en la silla, estirando sus largas piernas y observándome con una expresión de aburrimiento.

—Me imagino que habrás hecho algo para no querer asomarte por allí —habló, al parecer bastante interesado en el tema—. Y creo suponer que se lo has hecho a Kyungsoo.

Desvié la mirada.

—No he hecho nada—mentí para defenderme, aunque sabía que Chanyeol no me creería—. Es solo que tengo que cuidarte, pasarás todo el día con el humano, no queremos que te haga daño.

Chanyeol soltó una risa llenando la habitación. Su burla era evidente, sus ojos destellando con un brillo de diversión.

—¿Qué daño podría causarme alguien que no sabe empuñar una espada?—preguntó con una sonrisa torcida, levantándose de su asiento y caminando lentamente hacia una mesa, que estaba llena de objetos que recolectó la última vez que estuvo cerca del mar.

—¿Es por eso que no se la has quitado?

Chanyeol levantó una caracola y la observó con detenimiento. Toda esta habitación estaba llena de objetos provenientes del océano, porque al rey le encantaba coleccionar.

—Me da curiosidad que no tenga las agallas para lanzarse sobre mí, matarme y poder escapar. —Chanyeol se giró hacia mí, mientras colocaba la caracola encima de la mesa, la habitación se quedó en silencio por mi inexistente respuesta. Me miró con detenimiento y entonces sus ojos se entrecerraron— ¿Sehun ha mejorado su lectura?

Por supuesto, era el momento de cambiar de conversación.

—Va de mal en peor. —Admití y me acerqué a una ventana, mirando hacia el horizonte, específicamente a las montañas. Recordé los días en los que Sehun había sido solo un bebé.

Sehun dejó de ser un bebé de cuatro años hasta hace muy poco. Diría que han pasado unos quince años. Hace dos años creció por última vez, y desde entonces se ha mantenido con la apariencia de un niño de ocho años. Desde que supo cómo utilizar esos piecitos suyos, ha sido mucho más difícil de cuidar.

No le gusta estar escuchando a su tutor, debo decir que se ha escapado de todas sus clases y que prefiere andar por las calles haciendo cualquier cosa menos aprender lo que debería.

—¿Estás siendo lo suficiente estricto con él? —me preguntó y no respondí, seguí mirando por la ventana. Afuera, el viento estaba en calma y el cielo despejado. Las hojas de los árboles apenas se movían, creando un ambiente sereno—. Entiendo que no quieras ser tan duro con él, y eso no es lo que pido, pero recuerda que una buena educación no solo se trata de comprender y permitir que el niño haga todo lo que quiere, también debes poner límites y hacerte respetar. Puedes consentirlo, pero no malcriarlo.

—Lo haré majestad —Acepté de inmediato, dándome la vuelta para verle a la cara.

—¿Entonces, Lay desea que le hagas una visita?

Oh, claro. No sé olvidaría tan fácil de ese temita.

—Bueno… Ellos están cerca de aquí. Haciéndole una visita a la duquesa de…

—Hace mucho tiempo que no la veo. —dijo para sí mismo interrumpiéndome. Yo, por el contrario, quería morirme. No le agrado a la anciana, el único contento con mi presencia solo sería el duque.

—No iré…

—Pues... —dijo alargando esa palabra—. Que descortés de tu parte rechazar tal invitación.

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⏰ Última actualización: Aug 07 ⏰

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En La Mira Del Dragón --» KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora