━━━━ 𝗕𝗟𝗘𝗘𝗗 𝗪𝗘𝗟𝗟. ❛ El amor depreda a los vivos y alaba a los muertos. Sangra bien el alma que estás a punto de vender por pasión desquiciada. Sangra bien el corazón que está a punto de fallar por razones insanas. Mata y cuéntalo: «Estamos s...
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El crepúsculo bañaba Altojardín en un resplandor dorado, mientras Margaery Tyrell paseaba con serenidad, deleitándose en la belleza de las flores que había cuidado con tanto esmero. Sus delicados dedos rozaron los suaves pétalos, y en ese instante, su mente evocó las palabras de su madre; un eco constante que la acompañó desde la infancia. «Crecer Fuerte» era más que un lema; era un mandato. Sin embargo, ¿qué significaba realmente para una joven cuyos sueños de grandeza se aplastaron por una reina astuta y un príncipe que nunca sería suyo?
No se percató en qué momento sus falanges descendieron, hasta el punto de que una de las espinas la hirió superficialmente. En consecuencia, emitió un inaudible quejido por la extraña sensación. De inmediato, contempló la pequeña gota de sangre que se deslizó por sus yemas. A punto de limpiarse con sus propios belfos, fue interrumpida por la presencia repentina de alguien más.
— Hermana mayor. —pronunció su pariente de línea colateral por consanguinidad, manteniendo esa atractiva sonrisa que siempre tenía plasmada para todo momento. No obstante, cuando notó que tenía gran parte de la atención que él deseaba en su dígito, se aproximó con preocupación—. ¿Qué sucedió? —hizo contacto visual con ella y la sujetó con sutilidad, brindándole calidez en el momento en que sus pieles rozaron.
— Nada. —respondió con cierto toque de frialdad, llevando sus manos entrelazadas detrás de su cadera; ignorando el que segundos antes, estaba enfocada en curarse—. ¿A qué se debe tu visita, dulce hermano? ¿Se te ofrece algo en que pueda ayudarte?
Ante esa reacción, Alester quedó atónito, no entendiendo del todo el porqué de esa actitud. De todos modos, le restó importancia y nuevamente su gesto salió a la luz y convirtió toda su faz a una más juguetona. Delineó su dentadura superior con su lengua y asintió con lentitud, situando sus extremidades detrás de su espalda.
— De hecho, sí. —relamió sus labios, examinando el rostro angelical de la castaña—. Nuestra madre necesita de tu presencia. Dice que es urgente.
Sin tener otra opción, la fémina aceptó su llamado y prosiguió con sus delicados y elegantes pasos, suspirando en el camino. Su llamativa melena se movilizó en cada paso, y en ese transcurso, observó rápidamente cómo el agua cristalina de la fuente que adornaba el entorno, caía en un ciclo interminable. Sus deseos se reflejaron en ese lapso, anhelando romper el círculo en el que su familia parecía atrapada. Las sombras se alargaban sobre los muros de piedra, creando un juego de luces que parecía reflejar las intrigas que se tejían entre las grandes casas de Poniente.
Al dirigirse hacia la habitación de su ascendiente, se situó en el umbral de la puerta, esperando el permiso para entrar. Al recibir la autorización, optó en adentrarse.
— Madre. ¿Me mandaste a llamar? —la voz de Margaery era suave pero cargada de una autoridad naciente. Entró al espacio, encontrando a su figura materna junto a la ventana, quien observaba el vasto jardín que se extendía más allá de los muros.
