Capítulo 1: Discordia y Compromiso

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La princesa no acudió a sus clases con la Septa.

La princesa rompió dos jarrones, hoy.

La princesa escapó de la vigilancia de Sir Criston.

La princesa derramó pintura sobre el tapiz.

La princesa a cortado sus vestidos en pequeñas faldas.

La princesa ha mojado la cama.

Mi reina, la...

—¿Qué hizo esta vez?—la voz de Alicent se arrastró con cansancio mientras rodaba ambos ojos.

No son suficientes las acciones deshonrosas de Rhaenyra, sino que también debe cargar con sus hijos que optan por seguir sus pasos.

—La joven Alyrent y el joven príncipe nuevamente hicieron travesuras en las habitaciones de la servidumbre.

—¿La servidumbre?—preguntó espantada, dirigiendo su mirada hacia su dama principal.

—Esparcieron los... insectos de la princesa Helaena en los alrededores de las habitaciones.—comentó.—Fue un gran alboroto que paso desapercibido por el nacimiento del nuevo príncipe.

Rueda los ojos ante la mención del nuevo... bastardo. Como es que lo habían llamado... ¿Joffrey?

Una risa marga se asoma en sus comisuras.—Es como si confirmaran con su nombre que no es un valyrio...—murmura. —Hablaré con ellos en la mañana, puedes retirarte.

Una reverencia fue lo que recibió en respuesta y brevemente el silencio adornó la estancia. Con un bordado en mano, la reina se puso de pie y fijó la mirada en la puerta.

Ya eran altas horas de la noche pero la reciente noticia había ocasionado una gran molestia en la consorte.














Sus uñas cortas rascan su antebrazo, mientras observa como el mayor de sus hermanos se pasea en la habitación. A pesar del nerviosismo, una sonrisa de emoción adorna su rostro.

Tiene cuatro hermanos, bueno... cinco, si es que se puede contar a Rhaenyra. Pero de todos ellos, Aegon es el más genial.

Envidia por completo su actitud relajada, como si no le temiera a nada, incluso a su propia madre.

—Lo de hoy fue algo excepcional. Jamás había visto gritar a tantas mujeres juntas.—menciona.—Fue algo placentero.

Tal vez, no solo lo admira... sino que le gusta su hermano.

Algo normal... para Targaryens.

La niña sonríe rápidamente.—Involúcrame en tus bromas más seguido, sin dudas es más satisfactorio que ver a Helaena recolectar sus bichos.

—Para ser su gemela, no eres muy amable.

—Eso que importa.—chista recostándose en la cama, al mismo tiempo que la puerta es abierta, abruptamente.

Aegon con suerte había expresado una sonrisa hacia su hermana cuando la fiera mirada de Alicent se posó sobre ellos. Una mirada de enojo que pronto se transformó en confusión.

La situación en que los encontró no le parecía apropiada y su mente ideó pensamientos que jamás desearía volver a imaginar.

—Aegon.—vocifera con reproche como ya es costumbre.—Estar a estas horas en la habitación de tu hermana, solos. ¿En qué estás pensando?

Sus ojos se tornan blancos, una expresión muy de su edad.

La expresión cansada de su madre pasa desapercibida para el joven, o en realidad simplemente no le importa, sin embargo, Alyrent ya sabe por qué está ahí.

L E G A C Y  / Jacaerys Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora