10. La pista clave

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Para cuando los detectives llegaron al lugar acordado, recibieron un mensaje de Linda en donde mencionaba que ya tenían la impresión 3D de la mano, lo cual les daba una pista más para seguir buscando al culpable y lo encontrarían según la base de datos de la Oficina de Registro Civil, aunque no tenían las huellas del culpable o de algún sospechoso, con el tamaño de la mano podían dar con algo un poco más concreto.

—Aquí estamos —dijo Brenda—. El número setenta y seis de la Calle Tartalet, el apartamento de la chica es el ciento uno.

—Estoy nervioso —expresó Emmett.

—Ya has hecho esto antes, ¿por qué ahora te comportas así?

—¿No te das cuenta? —contraatacó Emmett, entrando al edificio de apartamentos—. Esa chica puede ser una pieza clave para encontrar al asesino, incluso pudo haber sido ella la culpable; imagina, su relación era un secreto, ella reclamó, pelearon y finalmente decidió matarlo.

—No tiene sentido —respondió Brenda y soltó una risa que perfectamente pudo haberse convertido en carcajada—, de cualquier forma, estoy segura de la importancia de hablar con ella.

La vivienda de la chica estaba en el primer piso por lo que no debían usar un ascensor o subir escaleras. De igual forma, se podía identificar fácilmente, pues era el primer departamento una vez se entraba al edificio; sin embargo, cuando estaban por tocar el timbre, la puerta se abrió, tomando por sorpresa a su residente.

—¡Santo cielo! —exclamó la chica—. ¡Qué buen susto me he llevado!

—Lo sentimos —respondió Brenda—. Soy la detective Fox y él es mi compañero Montgomery, ¿tiene un minuto de su tiempo? Eres Mary Hawkins, ¿no es así?

—Sí, voy saliendo a trabajar, pero... ¡Adelante! —contesto efusivamente la anfitriona—. Supuse que en cualquier momento la policía me buscaría, son de la policía ¿no?, sí, detectives, no me sorprende porque ya han venido periodistas a buscar información, por favor, pasen.

—Luce muy nerviosa, relájese —pidió Brenda mientras entraba al apartamento—, por favor, solo le haremos un par de preguntas de rutina, eso es todo.

—Justin estuvo pesado los últimos días y muy dentro de mí deseaba que se detuviera, obviamente no con la muerte, pero... —Mary se encogió de hombros—. Me ha tomado por sorpresa eso.

Parece que alguien le hizo el favor de detenerlo —intervino Emmett, una vez dentro, con un tono divertido en su voz, intentó dibujar una sonrisa en su rostro, pero se dio cuenta de lo mal intencionado que sonaba su discurso—. Lo siento.

Odiaba ser demasiado imprudente, sobre todo en aquellos casos en los que intentaba ser un chico divertido o gracioso y el resultado era todo lo contrario; un caso como el que vivía en esos momentos. Luego, reinó el silencio por un par de segundos.

—¿Por qué estaba siendo pesado? —preguntó Emmett en su lugar y pudo darse cuenta que Brenda abrió la boca justo al mismo tiempo que él, pero finalmente optó por no pronunciar palabra.

—Hemos salido desde hace mucho tiempo —contestó Mary—. ¿Les gusta el café? Podría calentar un poco mientras charlamos.

Brenda aclaro su garganta y esa fue una señal de que no debían aceptar la invitación, no por falta de cortesía o porque alguno de ellos odiara el café, sino porque debían aprovechar cada minuto.

—No —contestó Emmett, giró su mirada y vio a su compañera sonriendo, lo que interpretó como una buena respuesta—. Gracias, pero ya tenemos la tripa cargada de cafeína —concluyó con una sonrisa.

—De acuerdo —continuó Mary—. Como decía, salimos por mucho tiempo, casi un año y realmente sabía que él era policía y el tema de ser la novia escondida no me molestaba, al contrario, era... Excitante...

El Evangelio del Asesino ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora