• Héroe • Tododeku ● bnha

7-Invitación

Ya había perdido la percepción de cuánto tiempo venía tirado en la silla de su oficina mirando a un punto fijo.

¿Una o media hora quizás? No tenía ganas de pensar tanto en eso, su mente ya venía trabajando muchas cosas como para sumarle una más. Había pasado un poco más de dos semanas desde la visita a su padre. Mentiría su digiera que no era lo único que atormentaba sus pensamientos casi todo el tiempo.

Recapitulando, luego de aquel cruce con Midoriya ambos pactaron silenciosamente irse por su camino, él no tenia las agallas para decir una palabra más y el pecoso parecía entender eso. No iba a negar que todavía sentía culpa, más aun cuando al día siguiente noto las pequeñas líneas sobresalientes sobre su mano, eran apenas visibles y según el mismo Midoriya afirmaba que no le afectaban en nada esas quemaduras, era simples marcas y ya, que no debía preocuparse tanto por esas pequeñeces.

Para él no lo eran en absoluto, su cabeza no paraba de echarle en cara la culpa que sentía.

- Ya te dije que no es la gran cosa. Si sigues insistiendo juro que volveré a golpearte.. ¡No espera, lo siento! ¡No quiero golpearte, o sea, en primer lugar no quise hacerlo!

Midoriya también se disculpó como cincuenta veces en una semana por los dos golpes que le dio. En verdad que no fue nada, recibía palizas peores si se lo pensaba, tampoco era para exagerar. Así que bueno, llegaron a la conclusión de dejar de culparse por lo sucedido, ninguno de los dos podía más con las disculpas torpes del otro.

Además, las palabras del pecoso seguían resonando en su cabeza. Nadie nunca le había dicho las cosas sin tapujos como lo hizo él, nadie directamente se animaba a decir algo más cuando su típica expresión nula los acaparaba, intimidándolos. Ni Yaomomo, ni sus hermanos, ni sus amigos, ni ningún reportero metiche o sus padres como tal. En cambió, un policía incompetente al cual le confío algo tan personal como el plan absurdo de su padre y el origen de su cicatriz fue el único que se animo a echarle en cara sus verdades.

Y es que si, por mucho que odie darle la razón, la tenia de todas formas. No podía seguir pretendiendo ser buen héroe si no daba lo mejor de sí, si no usaba su izquierda. Por que si, era suya, no de su padre, su poder. Tal vez aún le costaba un poco admitirlo del todo, o por ahí los golpes que recibió le acomodaron un poco las ideas. Su conclusión es que estaba empezando a adaptar sus técnicas a su fuego, poder unificar todo su cuerpo con su poder. Suyo.

Respecto a su investigación, tampoco había avances. Tener en las rejas a casi todo el clan Doragon o bajo suma vigilancia a los pocos que estaban liberados no era del todo bueno, por que no sumaban ninguna pista o algo que los lleve a Toga Himiko o su líder.

A Midoriya lo habían llamado hace días de su agencia solicitando su ayuda usual, él junto a Okumura trabajaban más en su agencia de lo que veían haciéndolo con él. Imagínense que hasta extrañara un poco las tontas peleas de esos dos, ya que igual Okumura Rin fue solicitado a trabajar en otra cuidad, asi que no estaba ese chico gritón rondando por ahí. Eso no quitaba que con el pecoso sigan trabajando juntos en su caso, pero ahora sumándole a sus trabajos habituales que tenia como héroe eran mucho menos los momentos que se veían.

Un poco lo inquietaba, estaba aprendiendo a disfrutar de trabajar con él aunque no lo admita en voz alta, fuera de su lado infantil y molesto Midoriya era muy bueno en su trabajo, tenia un verdadero don en los análisis, ideaba planes o teorías muy convincentes y bastante eficaces para lo que pensaba, era de admirar. Shoto tampoco se quedaba atrás, pese a que no lo nombre, poco a poco empezaba a usar más su fuego. Se preguntaba si Midoriya se sentiría orgulloso cuando lo sepa.

- ¡Buenos días, Shoto! - ahí estaba el dueño de sus pensamientos, igual de resplandeciente que siempre.

- Hola, Midoriya - alzo su mano, atento a como el policía extendía una taza de café junto a un capuchino.