Sukuna manda a un isekai a Gojo, un Tokyo siendo atacado por demonios.
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Después de la lucha y pérdida contra Sukuna, Gojo creyó haber muerto. pero el había recobrado la conciencia en lo que aparenta ser otro mundo.
¿Las maldiciones...
Gojo no pensó mucho su respuesta, y con cierto aire de grandeza, respondió:
"Nah, Yo ganaría."
recordó Gojo haber dicho con una sonrisa segura antes de enfrentarse a Sukuna, El hechicero más fuerte de la historia.
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Su cuerpo yacía partido en dos, consciente de que ya no sentía sus piernas. Sus órganos destrozados formaban un charco de sangre que empapaba su espalda entre los escombros que lo aprisionaban. Su respiración era irregular, ahogada por la sangre en sus pulmones. Un aroma metálico impregnaba el aire, y sus párpados se volvían pesados.
"¿Había sido demasiado arrogante...?"
pensó para sí mismo, mientras se percataba de cómo su visión se volvía más nublada y ya no podía distinguir las nubes del cielo.
"Ah, menuda mierda..." pensó nuevamente, con su mirada apagándose.
En esos últimos momentos para Gojo, ser un prodigio y tener una gran velocidad de pensamiento era una maldición, ya que estaba haciendo que su agonía se hiciera más lenta de lo que debería ser para un humano común. Su cerebro inconscientemente deseaba la supervivencia.
Internamente, El cerebro de Satoru Gojo estaba usando la capacidad mental que le quedaba para idear cómo escapar de la muerte inminente.
