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—Revisé cada una de las cámaras que pude encontrar en el área, y el tipo iba todo de negro con pasamontañas, estoy seguro de que esto es obra del señor Cha—le informó Minhyuk a través del teléfono.

—Carajo...Es tan narcisista que le es imposible mantenerse bajo perfil—se quejó Moon Bin.

—Sí...Pero lo importante aquí es que esto solo significa una cosa...

—Está planeando su próximo ataque—dijeron ambos a la vez.

—Tienes que incrementar la seguridad de Dongmin, Bin—le advirtió Minhyuk.

—Lo sé, lo sé. Estoy de los nervios, está a punto de dar a luz—expresó su preocupación, claramente Dongmin se encontraba en una posición delicada.

—Entonces esa es la razón por la que no teme ser obvio, no le importa con tal de tener a ese bebé, su heredero. Vaya imbecil—dijo Hyuk, dando justo en el clavo.

—Como sea, yo me haré cargo de todo, y tú también cuida bien de Sanha, ¿me oíste?

—Sí, sí, sí, tranquilo. Soy una buena niñera.

Siguieron hablando por unos minutos más hasta colgar. Bin le hablaba desde un teléfono local que se encontraba en una tienda de conveniencia que pertenecía a la familia de la esposa del señor Sebastian, y Minhyuk le hablaba desde el teléfono de una biblioteca, con tal de evitar que sus llamadas sean rastreadas. Tenían acordado llamarse cada dos días a horas puntuales, eran tan meticulosos como su profesión les exigía.

Suspiró con hastío antes de emprender su camino de regreso a la propiedad de Sebastian, con pasos rápidos y nerviosos, ansioso por ir con el omega. Lo buscó por toda la casa hasta encontrarlo en el patio leyendo un libro mientras balanceaba sus pies sentado en una mecedora de madera, bastante ensimismado en su lectura.

—Dongmin—lo llamó obteniendo de inmediato su atención.

El omega de grandes ojos marrones volteó a verlo con sorpresa, pasando a una mueca de confusión al ver la expresión ofuscada de Bin.

—¿Pasó algo?—preguntó temeroso, dejando el libro de lado y poniéndose de pie en un santiamén.

En lugar de responder, le señalizó que lo siguiera y así lo encaminó hacia la habitación en la que Dongmin se estaba quedando, cerrando la puerta una vez que se encontraban los dos solos.

—¿Ahora sí me responderás?—le preguntó Dongmin totalmente disgustado ante la actitud nerviosa y misteriosa que había portado Bin.

—Sí. Creemos que el señor Cha hará algo pronto, así que debemos prepararnos—le dijo con toda la seriedad que la situación ameritaba.

Dongmin, de tan solo escuchar aquel apellido, sintió un poco de náuseas, obligándose a tomar asiento en la cama ante lo dicho.

—¿De dónde vienen esas creencias? Bin, si algo pasó, por favor dímelo, no quiero que me ocultes nada, ¿sí?—dijo con el semblante cansado pero también lleno de preocupación.

—Han empezado a vigilar a Sanha, así que creemos que podrían actuar pronto—dijo con suavidad, esperando ver la reacción del omega.

Y, justo como lo previó, Dongmin inmediatamente se puso de pie, con la consternación pintada en el rostro.

—¿Él está bien? No le han hecho nada, ¿cierto? Por favor, Bin, dime que él está bien, por favor, por favor—preguntó apenas entendible debido a la velocidad de su verborrea.

Bin notó que los nervios de Dongmin estaban totalmente desequilibrados, provocando que sus manos se volvieran temblorosas, y su respiración empezase a agitarse. Antes de responder, el alfa lo atrajo hacia sí, envolviéndolo en un abrazo.

Jaula de oro | OMEGAVERSE•BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora