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—Señorito Cha, el amo lo espera en el auto—avisó Myung Jun al entrar a la habitación.

Eran las siete con cincuenta minutos. Tal como se le avisó en la mañana, Dongmin saldría con el señor Cha aquella noche a una cena de ricos que personalmente no le interesaba en lo más mínimo.

Lo que realmente le ponía los pelos de punta era tener que estar cerca de su guardaespaldas/destinado. Estaría toda la noche luchando contra su omega inquieto rasgando sus paredes por la emoción y la tristeza de no poder hacer nada.

—Gracias Myung Jun, en un momento bajo—respondió inspeccionando su reflejo, percatándose de lucir impecable, justo como a su carcelero le gustaba.

Dongmin siempre trataba de mantener contento al señor Cha, porque era menos doloroso de esa forma. Disgustarlo implicaba maltrato psicológico asegurado, y no podría dar fe de que sus piernas se salven de algún castigo físico.

Desde que quedó preñado sus piernas eran el punto de enfoque de "su alfa".

Por otro lado, en el pasillo fuera de la habitación, se encontraba un alfa a punto de mandar todo al diablo, mientras su parte racional lo mantenía a raya. Aquel día fue todo un martirio para Moon Bin. Su lobo estaba renuente a quedarse quieto, quería incentivar a Bin a cometer algún tipo de locura que sin dudas pondría en riesgo el curso de su misión.

Jinwoo lo mataría si hiciera algo que pusiera en peligro los planes que por tantos meses estructuraron.

No, debía de ser prudente.

Mientras, durante todo el día se mantuvo en el mismo lugar, puesto que el omega en ningún momento salió de sus aposentos y no podría culparlo por eso.

Aunque no podía negarlo, ansiaba verlo. Ansiaba tenerlo cerca, tal vez abrazarlo y nunca soltarlo, empaparse del rico aroma a fresas con crema que destilaba el menor, fundiéndose con su propio aroma chocolate amargo.

Moon Bin salió de sus pensamientos en cuanto la cerradura de la puerta empezó a hacer ruido, indicando que alguien estaba abriendo la puerta. Segundos después, MJ y Dongmin salían de la alcoba. Bin tuvo que disimular la enorme impresión que se había llevado al ver a Dongmin enfundado en un traje negro, con un leve maquillaje y un lindo pulcro peinado.

Se veía espectacular. No, mejor, se veía increíble. Lo siguiente a eso.

—El amo Eunwoo está listo, pueden dirigirse hacia los automóviles—habló MJ.

Dongmin, por su lado, se sentía escaneado y nervioso ante la mirada del alfa frente a él. Sería difícil controlar a su omega si aquel alfa seguía tentando a su suerte con aquella mirada tan feroz y voraz.

Moon Bin cerró fuertemente los ojos, tratando de mantener a raya a su lobo que amenazaba con querer tomar el control de sus acciones.

—De acuerdo. Adelante, señorito Cha—dijo entrando en papel e indicando a Dongmin que podía ir delante suyo.

Sería una larga noche para ambos.

(...)

El chico entró presuroso al local, huyendo la lluvia que había empezado a amenazar la ciudad. Dejó la sombrilla a un lado de la puerta junto a otras pertenecientes a los comensales. Sacudió su campera que había sido salpicada por unas cuantas gotas de lluvia, y sin más se dirigió a una mesa apartada que le brindara la privacidad que requería aquella noche.

Pidió un ice americano acompañado de un trozo de pastel de fresas con crema, y mientras esperaba por su pedido se dedicó a contactarse con su cita de esa noche, anunciando que esperaba por ella.

Jaula de oro | OMEGAVERSE•BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora