Capítulo 4

26 7 0
                                    

Carraspeé para que se supiera de mi presencia - Perdonar por interrumpir. - Ellos se giraron de inmediato.

- No pasa nada, cielo. ¿Llevas mucho tiempo aquí? - Amelie parecía preocupada al decirlo y Thomas estaba demasiado tenso.

- No, acabo de venir. - Mentí.- Es que he tenido un problema en el baño.

- ¿Cuál? - Interrogaron ambos a la vez.

- Pues... - Miré hacía abajo de manera intencional para que pensaran que fue un incidente. - Estaba en el baño, usando el retrete y, sin darme cuenta, se me cayó el móvil ahí. - Amelie soltó una carcajada. - De verdad, lo siento.

- Zaira, relájate. No eres la primera a la que se le cae. De hecho aquí hay otra a la que le suele pasar. - Thomas señaló con la cabeza a Amelie.

- Solo me pasó una vez. - Replicó Amelie dándole un codazo a Thomas.

- Fueron tres veces o ya se te olvido la del yate y la del Jet. - Amelie negó con la cabeza y una sonrisa mientras lo miraba de una forma muy dulce.

- No, no lo he hecho. Tengo buenos recuerdos de eso. - Amelie volvió su atención a mí. - ¿ Lo has recogido del baño? - Negué con la cabeza. - Mejor, eso es asqueroso. - Sonreí por como lo dijo. - Mandaremos a uno de mantenimiento cuando nos vayamos y le diremos que lo tire. Mañana si quieres, antes de irnos, tu y yo nos podemos ir de compras y, de pasó, te compramos uno nuevo.

- Me gusta el plan.

- Genial, será una mañana de madre e hija. - Dijo muy emocionada.

"¿Madre e hija?"

- No la presiones. - Murmuró Thomas, supongo que al ver mi reacción ante las palabras de Amelie.

- Lo siento, es que me he ilusionado con el plan. - Se disculpó.

- Está bien.

No sabía qué decir, es decir, yo no los iba a ver como mis padres. Yo ya tenía unos, muertos, pero los tenía y para mi ellos eran irremplazables.

- Será mejor que cenemos ya antes de que se enfríe la comida. - Thomas rompió el silencio que se había creado. - Zaira ¿te gustan las quesadillas? - Asentí a la vez que me sentaba en la mesa.

- Genial, porque eso es lo que hay para cenar.

- Las próximas comidas serán mejores, te lo prometemos. - Volvió a hablar Amelie. - Nosotros es que nunca cocinamos ya que en casa tenemos a alguien que lo hace por nosotros. Te encantaran sus comidas.

- Entonces, ¿esta no es vuestra casa? - Tenía muchas dudas.

- No, esta casa solo la hemos comprado para poder quedarnos por tu adopción. Mañana volaremos a Los Ángeles, para ir a nuestra casa habitual. - Explicó Thomas.

- ¿Vivís en Los Ángeles? - Indague con la quesadilla en la mano.

- Más bien, en una urbanización a media hora. - Siguió Thomas. - ¿Te suena la urbanización Whitebrook?

Claro que me sonaba. No solo porque es famosa por su exclusividad, que se basa en que solo los millonarios del país pueden vivir ahí, sino también porque Margot y Philipp se compraron una casa ahí antes de devolverme al hogar de acogida.

- Si, me suena. ¿Esa es vuestra urbanización, no? - Ellos afirmaron con la cabeza. - Entonces, ¿sois millonarios?

- Se podría decir que sí. - Contestó Thomas. - Aunque no nos gusta presumir de eso.

- ¿ De qué trabajáis? - A lo mejor sus caras me parecían familiares por haberlos visto en algún evento.

- Tenemos dos multinacionales basadas en la tecnología y las finanzas. En una nos encargamos de la creación de productos como aplicaciones y programas entre otras muchas cosas y en la otra de hacer inversiones y conseguir el crecimiento del capital de muchas otras empresas. Además de estas dos multinacionales, tenemos sedes en otras partes del país como aquí en Denver. - Informó Thomas.

Cambio de vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora