Un periodista se muda a la casa de huéspedes de una familia rica y hace amistad con un adolescente. Si bien, el periodista entiende que la diferencia de edad es un impedimento irremediable para una potencial relación entre ambos, disfruta del coquet...
Ten cuidado, el diablo también tiene una cara bonita.
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Capítulo III
—¿Hola, Kang Sung-Ho? —Tras su pausa, escucha al hombre en la otra línea—. Hola, soy Jeon Jungkook, de la revista Pickett. Quería hacerle algunas preguntas. Usted trabajó con la familia Choi, ¿no es así? —Jungkook hizo la pregunta a través del teléfono, jugando un poco en su silla giratoria. En ese instante iba pasando su compañero de trabajo. Jungkook chasqueó sus dedos para llamar su atención e inmediatamente él se acercó.
—Creo que tenemos algo.
Y Jimin solo puede sonreír ansioso.
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El reloj marcaba las doce de la madrugada, y Jungkook no había pegado un ojo. La brisa fría se colaba por su ventana, erizando sus vellos cuando llegaban a él. La cortina danzaba junto al viento en un vaivén lento y silencioso. Las teclas del computador eran las únicas que sonaban al ser presionadas por sus ágiles dedos.
Su vista estaba muy centrada en la pantalla; aunque de vez en cuando se desviaba hacia la piscina que se encontraba serena y pertenecía a los vecinos de enfrente.
La nebulosa noche le estaba haciendo factura tras querer cerrar los ojos por el cansancio, y es por eso que le dio una fuerte calada a su cigarrillo para luego aspirar su humo con gozo y finalmente dejarlo salir en un suspiro. Descansó su vista de nuevo en la piscina y se recostó en la silla, su brazo pasó bajo su cabeza y la sostuvo, mientras que la otra se quedó en su muslo.
Tras aquella comodidad, se puso a pensar en su llegada a la ciudad. No lo había recibido tan mal; de hecho, ni siquiera mal. Todos aquí mantenían un comportamiento adecuado; y aunque se había mostrado tímido al comienzo, se podría decir que había tomado confianza.
En su trabajo todo estaba yendo con calma; aunque, de cierta forma, había sido un lío tratar con el caso de Choi. Y de hecho, no tenía quejas, mucho menos con Jimin. Su nuevo amigo realmente se había esforzado por darle una buena bienvenida, y sin duda era algo que estaría dispuesto a agradecerle día con día.
