Mi cuerpo se tensó de sobremanera, sus palabras helaron todos los músculos de mi cuerpo.Puede ser una trampa del Mayor, si no atendemos sexualmente al cliente nos castigara ellos siempre ponen quejas si no salen satisfechos de estas paredes.
Me giré y me senté sobre la cama, traté de visualizar al hombre, la habitación tenía todas las luces apagadas menos unas que permitían tener muy poca visibilidad.
—Pagó por mis servicios no para verme dormir.
Las palabras salían casi con el mismo ritmo que bombeaba mi corazón en estos momentos.
―Soy yo el que da las ordenes, si quiero que duermas tu deber es obedecer.
Me moví ignorando sus palabras, tomé el control y encendí las luces logrando ver su rostro, me sorprendió.
Su piel era morena, algunos mechones le caían por su frente y podía ver que tenía el cabello largo en la parte de la nuca, su mirada era penetrante y hermosa, tenían un celeste más claro que las aguas cristalinas, eso era lo que visualicé entre la oscuridad, eran hermosos.
—Mi deber es satisfacer sus necesidades.
―Intenta dormir.
Tragué saliva, me estaba desesperando pensar que en cualquier momento el Mayor entraría y me castigaría por no satisfacer a un cliente.
—Mi deber...
―Tu deber es satisfacerme —respondió interrumpiéndome―, y no estas satisfaciendo mi orden.
Estaba que me arrodillaba a suplicarle que su orden fuera otra, aunque esto es como un sueño hecho realidad para cualquier trabajadora que es comprada por unas horas o noche, los sueños aquí no tenían un bonito final.
Palmeó la cama indicándome que fuera, así lo hice, mis pasos comenzaron a acercarme a la cama. Me subí sobre la cama con la intensión de acercarme a él, tomó mis hombros y me tumbó sobre la cama.
―No te pedí que me satisficieras de forma sexual, te di la orden de que intentaras dormir.
Quería volver a responder.
—Señor M ―hablaron detrás de la puerta―, ¿todo bien?
Puedo jurar haber escuchado un leve gruñido de molestia a lo bajo, me miró sin formular alguna expresión. Temí por mí, a que dijera que no le estaba obedeciendo y el Mayor tuviera que intervenir.
—Le dije a su jefe que me dejara tranquilo esta noche, no quiero a sus perros falderos detrás de las puertas.
Su voz sonó tan tenebrosa que si me pedía dormir con ese tono ya hubiera estado hasta inconsciente.
―Lo siento señor, fueron ordenes de mi jefe.
—¡Largo!
Alzó más voz, mi cuerpo se tensó atrayendo su mirada. No sé en qué momento, pero las sabanas cubrían la mitad de mi rostro dejando solo mis ojos a la vista, uno de sus brazos estaba apoyado arriba de mi cabeza y el otro estaba sobre mi abdomen.
―Lo siento.
Bajó el tono de su voz, se levantó de la cama y caminó hasta el sillón. Su mirada se mantuvo sobre mí, mi cuerpo estaba rígido y mi corazón no paraba de latir con fuerza.
No lograba dormir, sentía su mirada sobre mi espalda, mi cuerpo esperaba en cualquier momento algún golpe o que me girara e hiciera lo que quisiera conmigo.
Sentía que los minutos se volvían segundos que no lograban llenar el minuto completo nunca, mi mente no dejaba de imaginar uno y otro escenario, mis manos estaban aferradas a las sabanas intentado buscar algún tipo de protección en ellas.

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Sector VIP
Hombres LoboMi cuerpo fue mi salvación y mi condena, la humillación fue mi construcción a una posible felicidad; y aquellas aguas cristalinas fueron la llave de mis cadenas. >> -¡Corre! Y sin perder tiempo corrí, no miré atrás, solo era consiente de los gritos...