Capitulo 5

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Capitulo 5

Con el paso de los días se convirtieron en semanas. La vida en la ciudad estaba mejorando. La mayor parte de la gente ubicaba a la nueva familia Turenn. Se hicieron famosos por su capacidad de trabajar duro. Jared el padre y mayor proveedor, se esforzaba tanto que encontró dos trabajos para alimentar a su familia. Orencia solía ayudar en casas con tareas domésticas. Mientras que Denía solía pasar mucho tiempo en sus estudios, lo que hacía difícil sacarla de allí.

Milena, por otro lado, notaba que Laín constantemente la visitaba en la relojería. A veces conversaba con su jefe, y en otras solo para charlaba con ella.

Sobre todo, no le quitaba los ojos de encima. Y se percató desde aquella tarde, donde se volvían días duros para todos, debido a las ventiscas que se producían.

La mayoría de los comensales llevaban un pasamontaña debido al frio que se consumía a las afueras del local. El frio en ciertas horas podía ser bastante salvaje por lo que varios locatarios dejaban a sus clientes entrar sin necesidad de comprar.

Así que tres personas estaban ahí viendo algunos relojes, mientras esperaban pasara el viento imparable y la cuarta persona se acercaba a ella con sigilo y gracia, después de escuchar la campanilla sonar.

—Hola Milena. —su voz era tan reconocible. Como sus ojos detrás de aquella prenda que ocultaba su cara.

—Hola. — contesto sonriendo, aquella chica se veía cansada como si no hubiera podido dormir.

—¿Dime el funciono? —

—¿Qué cosa? —

—El hielo.—Milena vio cómo se acomodaba sus cosas en la vitrina sin dejar de verla, como si esos ojos fueran una especie de imán para ella.

—Si, gracias. Por lo menos ahora no me voy corriendo todo el tiempo. — contesto con la mayor sinceridad.

—Genial, me alegra servir de algo por aquí.—

—Ahora dime Laín. — recalcando aquel nombre logro hacer que volteara a verla. —en que puedo ayudarte hoy. —

—En realidad vengo a ver los relojes. —

—Estas aquí, por el frio verdad. —

—Si. — contesto con una sonrisa tan contagiosa, que logro imitarlo. Después de ver como se escuchaba golpear el viento en la puerta al entrar otro hombre.

—Bien, se nota que el frio es imparable. —

La puerta volvió abrirse, dejando escuchar la campanilla, para ver meter a un hombre de baja estatura de igual manera que Laín llevaba un pasamontaña y colocaba sus manos en la boca para calentarse. Al quitárselo sus cabellos rubios quedaron parados, como si tuviera electricidad, los ojos se le marcaban rojos por el frio y su piel clara no ayudaba. La mayoría llevaba sus chamarras e incluso suéteres abajo para soportar, sobre todo en la temporada cercana a diciembre.

—Eusisio, aquí estoy. — grito Laín tras mover un poco sus manos.

—Joven, está muy intenso el frio. —

—Si, supongo que tendremos que esperar. — al estar las dos cercas, solo se limitaron a hablar entre ellos. —Eusisio, ella es Milena, es la chica que atiende aquí en la relojería así que cuando ocupemos de su ayuda nos apoyara, ¿no es verdad? —

—Por su puesto. — sonrió la chica. — aquí me vas a ver. —

—Mucho gusto, señorita. —extendiendo la mano tanto Eusisio como Milena dando un apretón. A pesar de ser muy cortés era claro que su genio era especial. Al quitar su mano la limpio con su pantalón como si aquello le diera asco.

Ojos ArándonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora