Epilogo

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Epilogo

—Cathleen. —Grito Laín.

—Aquí papá —grito una niña

—Cathleen, ¿donde estas?—un poco desesperado buscando por los alrededores de su casa

—Aquí.— volvió a escuchar la voz de la pequeña desde un armario.

Al abrirlo, vio a la pequeña de 7 años con un montón de fotografías en sus manos y aquella muñeca que siempre llevaba consigo y que se parecía a su madre.

Y una linterna para alumbrar en la oscuridad del lugar.

—¿Que haces coneja?—

—Veo a mami. — se hinco el hombre para ver que es lo estaba alrededor de ella. Notando como eran las mismas fotografías que siempre sacaba. Y recogiendo algunas cosas tiradas que se la hacían familiares de algunos años atrás.

—Yo todos los días la veo. —

—¿Donde? Yo también la quiero ver.—

Y entonces sonrió tristemente, pero era claro donde estaba. La pequeña frente a ella era su viva imagen. Aquellos ojos arándano que se salían con la suya o algunas formas de comunicarse le recordaban todo el tiempo a ella.

—De muchas formas, pero siempre esta en mi corazón coneja y ellas siempre esta pensando en ti.—

—No es justo, quisiera que estuviera con nosotros.— dijo, observando a la niña que aun sostenía una fotografía y una muñeca cerca de su pecho, con la vista fija en su madre, que sonreía en la imagen. —La extraño. —

—Yo también. — contesto Laín con un nudo en la garganta.

—Sabes me gusta cuando haces que vea a mami con tus ojos. ¿Puedes hacerlo por mi?—

—Hoy no podemos, porque vamos tarde y tu abuelo nos esta esperando abajo.—

Al retirar la fotografía de las manos de la niña, observo aquella en la que los dos estaban casados, sonriendo a la cámara. Ella con su vestido color rosa, que habían conseguido dos días antes de la boda. Aun recordaba como habían tenido un encuentro carnal antes de decir que si, ante la ley y Dios.

Sin que su hija se diera cuenta, guardo la fotografía en su bolsillo de su saco, cerca de su corazón, ella estaría con él en un día tan importante como hoy.

Mientras la niña salía del closet, la pequeña se alisaba el vestido de paje que llevaba encima.

—Creo que este vestido no me queda a mi. —

—Yo creo que serás la mejor paje que pueda existir.— dándole un beso en la coronilla. —ahora tenemos que irnos, tu tía esta desesperada.—

—Un poquito de calma papi. — y deteniendo a su padre hizo que se arrodillara para que la viera. —solo iré si me prometes que me enseñaras a mami.—

Y es que con estos años había podido mejorar su don o por lo menos con su hija.

Tras caer una depresión profunda, sus suegros cuidaron de Cathleen y Eusisio se hizo cargado de la juguetería. Paso un tiempo antes de que lograra retomar su vida y ver la luz. Fue cuando toco la mano de su hija y recordaba a su madre, como la miraba al comer o como se alegraba al pasar de las manos de las enfermeras a su madre.

No solo recordaba los juegos con los abuelos o como fue en su escuela; aún conservaba recuerdos de ella. Al notar que estos se desvanecían, no permitiría que los perdiera.

Entonces dedico su tiempo a asegurarse de que no olvidara a su madre, así ambos tendrían un despacito de ella. Con el paso de los años, observo como crecía y como la pequeña se parecía cada vez más a Milena. Con mucho esfuerzo, logro mostrarle imágenes de su madre: como sonreía, dormía y simpatizaba con los demás.

Todo desde la perspectiva de él.

—Te lo prometo. —levanto la mano.

—Entonces vamos papi, espera el abuelo .—

Hoy era la boda de Denía, a comparación de la suya con Milena todo habían sido planeados por mucho tiempo. El joven que ahora tomaba las manos de su cuñada las colocaba con delicadeza en su boca. Su compañero de universidad le propuesto matrimonio un año antes y le pidiendo que la hija de Milena y Laín fuera su paje durante la ceremonia.

Como gesto de amor en la ceremonia, colocaron el nombre de Milena en una de las sillas, sabiendo que le habría encantado estar presente ese día, viendo a su hermana con su vestido de novia.

Cuando los novios dijeron "Acepto", todos se pusieron de pie y aplaudieron,

presenciando como se besaban.

Nadie se dio cuenta de como una lagrimas rodaba por el rostro de Laín, mientras besaba su anillo de casado, diciendo un "TE AMO" y mirando hacia la silla vacía a su lado, marcada con el nombre de la mujer que siempre amara. Luego, elevo la mirada al cielo, prometiendo nunca olvidarla y que su amor nunca moriría, sin importar donde estuviera, siempre seria sus ojos arándanos de su corazón.

Ojos ArándonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora