Capitulo 10

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Capitulo 10

El lugar era un desastre total, según lo vio Eusisio cuando la policía ingreso. Un hombre estaba esposado y lloraba de rodillas frente al cuerpo de Milena, mientras Laín intentaba presionar la herida de la que sobresalía un cuchillo. Una camilla paso rápidamente a su lado, y los para-médicos atendieron a Melina, mencionando que hicieron los correcto en no retirar el cuchillo. Los policías intentaban sacar a Finees, pero no se dejo hasta ver que era atendida Milena. Cuando los para-médicos estaban preparados para trasladarla al hospital, el hombre esposado le dio un beso en la mejilla grito: "perdóname, mi amor"

La ambulancia llego a toda prisa y los para-médicos informaron a los médicos de lo ocurrido, para que estuvieran listos. Entre ellos estaba la ginecóloga que recibiría él bebé. En ese momento, detuvieron a Laín antes de llevar a Milena a cirugía.

—Señor usted no puede pasar. —

—Es mi mujer. —contesto de mala gana Laín al verse impedido por un enfermero.

—Por eso mismo, tengo que pedirle que se quede aquí ahí viene el doctor y doctora para hablar con usted. —

Solo vio como corría y mientras abría la puerta de acceso, pudo ver por ultima vez la camilla que llevaba su esposa. Un medico desconocido para el y la ginecóloga de su esposa llevaban lista la ropa para entrar al quirófano. Se movían tan rápido que, antes de que se diera cuenta, ya estaban frente a él.

—Laín, lamento las circunstancias, se que aun no es tiempo. Pero necesitamos practicarle una cesaría a Milena. —

—Claro.—

—El es el doctor Dorman. —

—¿Que pasa?, ¿porque no están adentro con ella?—

—La situación es complicada para todos, Señor Laín. El cuchillo esta en una zona delicada. Necesitamos que decida entre salvar al feto o la Señora Milena.—

—No. — la negación con su cabeza era notoria, y mas aun con la noticia. —no me pueden pedir eso, salven a los dos. —

—Señor, se que es una decisión difícil, pero el cuchillo se clavo en una región complicada debajo de las costillas. Mientras realizamos la cesaría, también estaremos operándola. No queremos esperar demasiado, por eso es que debemos hacer esta pregunta ¿salvamos al feto o a la señora Milena?—

—Por favor, salven a los dos.— imploro Laín, arrodillado frente a los doctores sin poder creer la escena. Eusisio, que había ido a buscar ropa para que su jefe se cambiara, solo lo vio allí, con lagrimas, suplicando. —no me pidan elegir. —

—Laín. —comenzó la doctora, un poco desesperada. —dime ¿que hubiera querido Milena?—

El silencio se quedo por unos segundo, que fueron una eternidad.

—Salven a mi mujer. —contesto en voz baja. —Salven a Milena.—

—Bien. — y antes de poder reaccionar, los doctores había corrido.

Las horas pasaban, la familia de Milena llego tan pronto como se enteraron. Todos le pidieron que fuera a cambiarse, a pesar de la negativa, ya que tenia la sangre de Milena en su ropa. Aunque hizo un esfuerzo enorme por quedarse, logro convencer a las enfermeras de que le permitieran cambiarse.

Fueron ocho horas de angustia, llanto y de oración. La mayoría sabia que Laín no era creyente, pero en esos momentos pidió de rodillas que todo saliera bien.

Fue entonces que la doctora salió.

—Laín. —contesto seria

—Doctora, dígame ¿que están bien?—

—Si, los dos están a salvo.—

—Gracias. Gracias. —gritaban todos, agradeciendo al cielo y a la misma doctora.

—Nos tomo más tiempo de lo habitual. Perdió mucha sangre durante la cirugía y el parto. Afortunadamente, el cuchillo no penetro mas, pero la vigilaremos de cerca.

—Puedo verla.—

—Puedes ver a las dos.—todos miraron a la doctora. —Felicidades es una hermosa niña.—

Los saltos de alegría fueron inmediatos; se felicitaron, y aunque la doctora se sorprendió al enterarse de que la familia de Milena pensaba que la niña era prematura, simplemente siguió la corriente, pensando que se habían equivocado. El primero al entrar fue Laín viendo como su esposa estaba pálida, pero bien. No se despertó, pero llevaron a la niña a su cuarto para que la vieran.

Fue entonces que la vio, la enfermera la coloco en sus manos, sintiendo lo pequeña que era, a su lado.

—Vengo enseguida. —comento la enfermera

—Hola, pequeña, bienvenida a nuestra vida, eres hermosa. —fue entonces que ella abrió los ojos y el sentía que el mundo no era suficiente para ella. —Te juro que te protegeré. Seré el apoyo que necesitas en esos momentos difíciles, te enseñare y todo, absolutamente todo, sera tuyo.— Tras esas palabras, le dio un beso en su cabeza. Sellando su promesa. —Tendremos que esperar a que mami, se componga para que los tres estemos bien.—

Pasaron tres días, donde todo iba viento en popa. Milena comenzaba a recuperarse todos los miembro de la familia conocieron a la pequeña y había sido recibida con alegría, era su primera nieta, sobrina, hija. Aquella niña tendría tanto amor en su vida.

—Y ya saben como la van a nombrar. — menciono Orencia, que no soltaba a la pequeña.

—No, seguimos pensándolo.—

—Tiene cara de Greta. —

—No, así no. —menciono Laín. —Mi conejita, no se llamara de esa manera. —

—¿Tú que? —

—Le puso así Laín, porque hace una cara de conejito. Sobre todo cuando me conoció.—contesto Milena al ver las caras de su familia.

—Conejita. —mencionaban los demás como una dulce manera de nombrarla.

—¿Porqué no la nombras como tu mamá? —Milena miraba a Laín, como no dejaba de mirar aquel bulto que reposaba en los brazos de su tía. — Es hermoso. —

—¿Te sientes bien?— decía al oído Laín a Milena. Al verla hacer un gesto incomodo.

—Si, solo me duele un poco el estomago y me siento un poco mareada.—contesto, con una sonrisa algo incomoda. —te decía que deberías ponerle como tu madre, tenia bonito nombre.—

—Cariño, estas sudando.—

—Seguro, es algo que me comí.—continuo, alejando las preguntas incomodas de su marido.

—¿Quieres que llame a la enfermera? —

—No, por favor me gusta ver a mi familia unida.—le dio un beso a su esposo, para seguir. —me encantaría que Conejita haga lo que tu haces, ver sobre los demás su alma.—

—Sera un poco complicado.—

—Tu eres su papá. No importa lo que digan tu lo eres y se que la vas a cuidar de ella hasta tu ultimo día.—

—Cariño, veré por las dos, son mi luz.—y otro beso fue dado.

Por la noche, Denía, hermana de Milena, estaba a cargo de cuidarla. De repente el monitor empezó a sonar, lo que activo la alarma. La doctora y las enfermeras entraron en la habitación, retiraron a Denía y alertaron a toda la familia de lo sucedido.

Para cuando llego Laín, la familia estaba llorando.

A las 4:12 a.m. Milena había perdido la vida. Una hemorragia interna fue la causa de arrebatarle la esperanza de conocer mas tiempo a su hija.

El padre viudo la vio sobre una camilla, fría e inmóvil, sin comprender por que no reían o lo miraba, sino estaba con los ojos cerrados. Se acostó a su lado y la abrazo, mientras los gritos de dolor se oían por el hospital. Las enfermeras escuchaban a un hombre lloraba la perdida de su amor, repitiendo una y otras vez "no te vayas, mi amor, no me dejes solo", sin tener una respuesta.

Ojos ArándonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora