El barrio

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Cuando yo era pequeño, Ben tenía un cuerpo de gimnasio que impresionaba. De vez en cuando se levantaba la camiseta, me enseñaba los abdominales y me decía:

—Toca, toca.

A mí me parecía que tenía un estómago de hierro. Era increíble.

A veces me venía a buscar y me llevaba con él al parque de la biblioteca. Yo jugaba en los columpios y él se sentaba en un banco con sus colegas. Le venían a ver algunas personas que preguntaban por él. Iban a un rincón, Ben sacaba algo pequeño de su bolsillo, miraba a todas partes y hacían un intercambio. Ben se guardaba el dinero en el bolsillo trasero de los pantalones. Siempre llevaba un fajo de billetes ahí detrás. Casi todos de cincuenta. Yo no sabía qué hacía, pero me daba cuenta que era algún tipo de negocio. No era asunto mío, y en realidad me daba igual. Cuando eres un enano, lo que hacen los mayores no es cosa tuya. Les dejas hacer y punto.

Siempre que le daban dinero, Ben se acercaba y me preguntaba:

—¿Quieres merendar, enano? ¿Tienes hambre?

Yo siempre tenía hambre. Así que siempre le decía que sí.

Ben me daba dinero para que fuera al bar y me comiera un bocadillo. A veces pedía una ración de calamares, o de croquetas. Ben lo pagaba todo. En la barra del bar había un bote de kétchup. Me dejaban echar todo el que quisiera. Yo pensaba que lo hacían porque era primo de Ben. Ben hacía todo lo que le apetecía y nadie le decía nada.

A veces algún cliente de Ben se enfadaba. Salía a escena una navaja. Entonces Kevin, que era como un guardaespaldas, se me acercaba y me decía:

—Vamos, Pedri, te llevo a casa.

No se podía discutir, porque eran órdenes de Ben. Y si él decía que me tenía que ir a casa, me iba y punto.

Ben tomaba leche desnatada, pero a mí me la compraba entera, porque decía que tenía que crecer. A mí no me gustaba mucho la leche, pero me la bebía para que estuviese contento. Me encantaba agradar a Ben. Además, él decía que, si quería crecer y ser tan alto como él, tenía que beber mucha leche. Y debía de ser verdad, porque crecí tanto que le superé en estatura. Solo un par de centímetros.

Entonces quería dejar de ser un enano para llegar a ser como él. Siempre quise ser como Ben.

Mejor te cuento lo de los nombres, que me estoy haciendo un lío. Ben me llamaba Pedri porque, según él, sonaba mejor que Pedro. Con su nombre hizo lo mismo. Lo partió por la mitad y se quedó con la parte que más le gustaba. En realidad, en su carné de identidad ponía Rubén, pero se enfadaba mucho si alguien le llamaba así.

—Ben y Pedri suenan como a serie Americana y molan más —le gustaba explicar.

Estaba muy puesto en series Americanas. Las conocía todas.

No había demasiadas cosas que hacer en aquel lugar donde nos tocó nacer. Los hombres allí son camioneros, o estibadores, o albañiles, hasta que un día les despiden de mala manera del trabajo y se hacen atracadores de bancos, ladrones de panaderías o camellos. También hay quienes se hacen borrachos o drogadictos. Quienes se encargan de hacer las leyes siempre se olvidan de que todos, hayamos nacido donde hayamos nacido, tenemos las mismas necesidades. El problema es que en mi barrio la gente no sabe hacer demasiadas cosas. Como ya te he dicho, no es un barrio de intelectuales. Si un albañil se queda sin trabajo y si no encuentra otra cosa, solo sabe huir de la realidad hasta que la misma realidad le atrapa.

Ah, solo una cosa más, por si piensas que algún día podría llevarte a conocer todo lo que te he contado.

Ben se compró una casa en una zona que se llama Las Palmeras y que no llega ni a barrio. Son solo dos hileras de casas pequeñas junto al descampado de los aviones, en los límites del barrio. Me fui a vivir con él a ese lugar. Era un sitio bonito, pero costaba mucho dormir porque estaba justo al lado de las pistas de aterrizaje del aeropuerto de El Prat y el ruido de los aviones era demasiado fuerte.

Una noche, mientras estaba tumbado en la cama con los ojos como un búho, me prometí a mí mismo que algún día dejaría atrás toda aquella mierda. Me prometí que me iría de allí y no volvería nunca más.

Te lo digo para que lo sepas.

MENTIRA (Pedri X Ferran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora