𝐂𝐔𝐌𝐏𝐋𝐄𝐀Ñ𝐎𝐒

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El día tan ansiado por la más pequeña de la casa había llegado, su cumpleaños

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El día tan ansiado por la más pequeña de la casa había llegado, su cumpleaños. Desde hace varios meses que vienen contando los días para este cumpleaños. No todos los días se cumplen 5 años, ¿verdad?

Era jueves y por ser día de semana Lisandro, su padre, había decidido realizar las fiesta el sábado. Y menos mal que había optado por eso, ya que este jueves comenzó muy lluvioso.

-Feliz cumple mí princesa- exclamó Lisandro al ver que su hija había entrado en la cocina, con sus pelos para cualquier lado y abrazando su peluche favorito.

La pequeña corrió hacia su papá y este la alzó en sus brazos, mientras la abrazaba repartía muchos besos por toda su cara haciéndola reír.

-Lei, está muy feo el día, no está bueno como para ir al jardín- rápidamente la más pequeña empezó a negar.

-Yo no quiero faltar, ¿además que vamos a hacer con la torta que hice para mis amiguitos? Porfa papi llévame- Leila hizo puchero, el cual era la debilidad de su padre, por lo que se salió con la suya.

Continuaron su mañana y luego de almorzar partieron al jardín, donde Leila fue recibida con mucho amor de parte de sus compañeritos y maestras, a las cuales Lisandro les entrego la torta que entre los dos habían preparado.
Horas después, luego de que Martínez terminara con su horario laboral, paso a buscar a su hija, la cual había salido del jardín con una corona hecha de papel en su cabeza, Leila estaba feliz porque sus amiguitos le habían hechos dibujos en su corona.

Al llegar a la casa, Lisandro ayudo a su hija a bañarse. Merendaron juntos mientras veían los dibujitos favoritos de Leila, hoy ella era la que decidía todo, pero realmente era así todos los días, Martínez tenía una debilidad tremenda por su hija.

Al pasar las horas, Lisandro se encontraba frente a su computadora trabajando, y la pequeña Leila estaba frente a la ventana esperando ansiosa la llegada del camión de la basura.
Se preguntarán ¿por qué? En el verano, cuando junto a su papá estaban tomando aire en la entrada de su casa, el camión daba su recorrido, uno de los trabajadores (él cuál era muy lindo a vista de Lisandro) se había acercado hasta su casa para recoger las bolsas. Al ver a la pequeña la saludo con una sonrisa y Leila se quedó fascinada con el chico, y por esto mismo se la paso todo el verano pidiéndole a su papá salir para poder saludar al chico, y quien era Lisandro para negarse ante tal oferta. Habían charlado poco con el chico, lo único que sabían era que se llamaba Cristian y tenía 25 años, cómo mí papá exclamó ese día Leila.

-Paa, está llegando, corre- el grito de Leila lo asustó, pero aún así se acercó hasta su hija.

-Lei, mí vida- se agachó a su lado -Yo se que vos querés salir y todo eso, pero hace mucho frío hija, ya mucho que fuiste hoy al jardín- la pequeña salió corriendo a su habitación dejando a Lisandro confundido.

Leila volvió completamente emponchada y Lisandro murió de la ternura que le daba su hija.
Resignado se abrigo el también, agarro la torta que Leila había seleccionado para este momento, porque si, obviamente quería que Cristian le cantará el cumpleaños feliz.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐜𝐮𝐭𝐢𝐥𝐢𝐜𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora