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Cuando Verlaine había pasado frente a la aburrida librería que se encontraba a unas cuantas calles de su departamento, lo último que pensó fue que su atención se centrara finalmente en algo tras la vitrina, aunque es correcto mencionar que fue alg...

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Cuando Verlaine había pasado frente a la aburrida librería que se encontraba a unas cuantas calles de su departamento, lo último que pensó fue que su atención se centrara finalmente en algo tras la vitrina, aunque es correcto mencionar que fue alguien quien que logró hacer que sus pasos se detuvieran frente al cristal que separaba la calle de la librería.

— ¿Hay algo en especial que busque? — esos ojos ámbar tan brillantes como el fuego ardiente en la chimenea consumiendo todo a su paso ahora no solo consumían el interés de Verlaine, sino también su atención.

— Por supuesto, me preguntaba si tenían algo sobre poesía — su gusto por la misma fue una buena excusa y no quedar en ridículo frente al lindo azabache frente a él. Su profunda voz, lejos de despertar advertencia fue calmante de escuchar, incluso dulce.

— Claro, si me hiciera el favor de seguirme.

Oh, Paul estaba más que encantado de seguirle a donde fuera.

El joven le había guiado hasta una sección algo pequeña donde se encontraban varios libros relacionados a todo tipo de poemas. Paul también había notado como, de alguna manera que no entendía del todo, el joven parecía estar tan cómodo entre prendas invernales, incluso con una bufanda roja acompañada de orejeras. Eran los primeros días de otoño y el frío si bien estaba presente, no era tan pronunciado. Tal vez solo se trataba de alguien demasiado friolento.

— Justo aquí.

— Se lo agradezco.

— ¿Es todo en lo que le puedo ayudar?

— Sobre eso... — pensó rápido —. ¿Tiene alguna obra que me pudiera recomendar? — Verlaine temió por el rostro del chico, notando claro la expresión, ¿confundida? ¿molesta? Fue difícil verlo con exactitud, pero pareció que no fue nada malo pues pronto tenía al azabache recorriendo con sus ojos cada libro hasta que se decidió por un título en particular el cual le extendió.

— Aquí tiene.

— ¿Baudelaire?

— ¿No le gusta?

— De hecho me sorprende encontrar a alguien más que también sea simpatizante de sus obras — Paul podría jurar que la sonrisa que el de ojos ámbar le proporcionó fue mucho más dulce que cualquier néctar sobre la faz de la tierra.

— Me alegra que así sea.

Paul, de forma consciente o no, correspondió la sonrisa que el azabache le regaló — ¿Cómo te llamas? — pasaron algunos segundos en silencio antes de que el rubio obtuviera una respuesta.

— Arthur, un gusto...

— Paul — respondió sin retardo.

— Bueno, es un gusto conocerte, Paul. ¿Ese libro es lo único que te piensas llevar hoy? No pareces ser alguien que frecuente librerías — preguntó con sus manos en la espalda. El rubio por poco olvida que su pobre intento de sacar una conversación a flote con Arthur también se estaba llevando minutos del trabajo del chico.

— Por el momento sí, es la primera vez que entro a este lugar a decir verdad.

— Puedo notarlo — rió. Contagiando esa pequeña risa hacia Paul.

— Mi trabajo me mantiene ocupado, no es usual que preste atención tras la vitrina a la calle.

— ¿Qué fue lo que le hizo cambiar de opinión entonces? — mientras preguntaba Arthur se alejó de la estantería donde se encontraban, no es que hubiera mucha gente circulando por el pequeño local pero lo que menos quería era llevarse una reprimenda por no estar atento a su trabajo en caso de se le necesitara.

— Algo en el cristal me llamó la atención — estuvo un momento en silencio, siguiendo a Arthur mientras mantenía una distancia prudente —. Aunque sería correcto decir que fue alguien, de hecho.

Arthur no era ingenuo, captando rápidamente lo que Paul quería decir con ello. Que atrevido...

— No puedo descuidar mi turno por el momento. Saldré dentro de un par de horas.

— Tal vez me lleve esas horas esperando mientras leo — vio a Arthur alzar una ceja —. No te molestaré — aseguró —, además, tendrías la seguridad de que estoy leyendo tu recomendación... Sería grosero no prestarle atención. 

Vaya tipo resultaba ser Paul, pensaba Arthur mientras acomodaba un poco su bufanda, las cosas podrían dar un giro interesante una vez terminara su turno. Había una cafetería cruzando la calle a un par de cuadras más adelante...

— ¿Le gusta el café? — cuando Verlaine asiente a la pregunta, parece adelantarse también a la propuesta de Arthur.

— También podría invitarle uno a usted si quiere — la sonrisa que Verlaine porta en su rostro es clara, no es insistente pero no muestra pena en su oferta. Bastante agradable, diría Arthur.

— Salgo a las ocho.

— Le esperaré entonces.

Con esa confirmación, Arthur observa cómo Paul se sienta en las pequeñas mesas que tiene la librería para aquellos que decidan pasar el rato usando los libros prestados. El saber que los ojos del rubio se centran en el libro le da una sensación más tranquila para seguir con su trabajo en la librería, sabiendo que a la salida le espera su cena junto a una buena charla junto a Paul. Quizás pudiendo hablar de algo más que solo el libro.


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❛ Rimlaine Week | July 2024 ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora